El mes que apenas concluye es uno de los que más incita a manifestar la mexicanidad que traemos en la sangre desde que fuimos concebidos. De alguna manera en el norte del país, donde se inició la gesta revolucionaria, celebramos estos acontecimientos con singular entusiasmo. Recordamos a un Madero idealista, a un Villa convencido de la causa hasta la muerte, o a un Carranza quien finalmente consolida los afanes de tantos hombres y mujeres que lucharon aún a costa de su propia vida, por la libertad de una nación, la cual finalmente quedaba liberada del yugo del dictador.
Este es el México que nos gozamos en celebrar con los tradicionales carros alegóricos donde las Adelitas en ratos norteñas y en ratos tepehuanas con trajes muy istmeños, van ateridas de frío, castañeteando los dientes, con sus gruesas trenzas rematadas en moños multicolores sobre grandes pacas de pastura amarillenta. O bien, un Villa protagonizado por el niño más corpulento del salón, el cual trata de sostener frunciendo los labios un enorme bigote a medio caer, cuyo rostro denota el disfrute de portar su 30-30 hecha de madera y delicadamente pintada en colores café y negro.
En este mes que concluye, sin embargo, nos ha quedado un mal sabor de boca. Ha sido el mes de los contrastes entre la palabra dicha al ?ahí se va? y la realidad cruda que cala hasta los huesos. El mes de los crecimientos ridículos en el salario mínimo contra el aumento en las dietas exorbitantes de los funcionarios de primer nivel. El tiempo de ?apretarse el cinturón Juan Pueblo?, cuando crecen los presupuestos para el 2004 en rubros que para nada son de primer orden, como el famoso ?cabildeo?? (o pre campaña electoral) para el que se aprobaron 85 millones de pesos.
De todo lo anterior, sin embargo, lo que más duele es que de un total de casi cuarenta Senadores quienes debieron hacerse presentes para atender el urgente informe del ombdusman José Luis Soberanes acerca de las muertas de Juárez, se hayan presentado solamente cuatro. Me pregunto: ¿Qué acaso no pagamos con nuestros impuestos salarios elevadísimos a estos legisladores para que estén donde deben de estar, cuando deben de estar, atendiendo precisamente los asuntos del pueblo que los eligió?
Esta semana se celebró a nivel mundial el Día de la No Violencia Contra las Mujeres, y dentro de este marco se pretendió dar a conocer el informe sobre un asunto que se ha vuelto tan manoseado como tantos otros. Las cruces pintadas y repintadas en la ciudad fronteriza de Chihuahua comienzan a parecerse al luto de las madres de la Plaza de Mayo. Los lamentos de unas y de otras se unen en un mismo meridiano llamado dolor e impotencia.
En este asunto de Juárez, como en tantos más que vienen a la mente ahora, se invierten sumas millonarias en investigaciones, protocolos, Subprocuradurías y sucedáneos, pero a nada se llega. En lo particular empiezo a suponer que detrás de esta tibieza existan intereses de tipo económico que empantanan indefinidamente la aclaración de los hechos. Una forma costosa de carpetazo a largo plazo, sin tener que dar la cara, y eso sí, con un costo elevadísimo en seguir haciendo como que se investiga por meses y años.
Ya lo dijo claramente Soberanes frente a los cuatro legisladores que lo honraron con su asistencia al informe: ?...nos estamos haciendo tontos.?
Los dos Méxicos que contrastan frente a mi modesto entender: El de los pequeños quienes por primera vez se preparan para presentar un número deportivo en el desfile del 20 de noviembre a donde llegan tan ilusionados que no se percatan del clima gélido que los recibe. Contra el de los males cancerosos de un sistema en muchos sentidos viciado, que parece empecinado en sacar agua de las piedras.
Tenemos un gabinete de primerísimo nivel en un mundo de tercero donde el hambre, la pobreza y el frío matan a nuestros niños. Una sociedad dividida en dos bloques, como las pirámides mayas. Una cúpula pequeña y privilegiada, y una gran base que la ha sustentado hasta ahora. ¿Por cuánto tiempo más? He ahí la gran pregunta.