En ratos volteo a mirar todo aquello que hay en derredor y me sorprendo. Suceden hechos a la vez tan cotidianos y repetitivos como cargados de significado, convirtiendo paradójicamente a esta vida en la más plana o la más excitante, según cada quien la vea.
Indiscutiblemente que los avances tecnológicos han convertido el método en serie en la forma común de producción. Desde chicles hasta grandes condominios; desde discos compactos hasta prendas de vestir: La eficacia sobre la originalidad, tratando de optimizar tiempos y costos. Todo se da en red, interconectado, llámese expendios de comida rápida, tiendas de autoservicio; refrescos de soda o automóviles. La globalización lleva a que el individuo pierda su propia esencia personal y se convierta en un engrane más de la inmensa maquinaria tragahombres del tercer milenio.
Ahora recuerdo cuando era niña, la existencia de unas figuritas de azúcar con formas muy diversas, las cuales vendían un par de señoritas mayores -doña Herlinda y Delfina- dueñas de una miscelánea frente a la casa paterna por la avenida Matamoros, en mi natal Torreón. Aquellas figuritas tenían muy variados diseños, desde un cochinito o un pato, hasta una canasta con frutas. Elaboradas con una mezcla a base de azúcar, agua y limón de color blanco y decorada con pastillaje de la misma mezcla coloreado con pintura vegetal.
Cada figurita tenía el costo al público de veinte centavos (de cobre), y aquellas señoritas las envolvían en pequeñas bolsitas de papel estraza, para evitar que se rompieran. Un peso consistía una gran fortuna para un niño de mi edad; con esto podía comprar poco más de la mitad de todo lo deseable en la miscelánea, sin faltar la figurita de azúcar cuya frágil pared pronto iba a parar a mi boca donde la sentiría crujir por un segundo, convirtiéndose casi de inmediato en una pasta azucarada que en breve se disolvía.
Hoy es difícil encontrar elementos originales en el mercado que nos permitan el disfrute de los sentidos; podemos ir de un centro comercial a otro y prácticamente hallaremos una repetición de lo ya visto. Situación que representa una ventaja en tiempo para el comprador, pero amenaza en convertirnos a nosotros como humanos en una pieza más, arrebatándonos toda posibilidad de ser originales. A partir de ello quizás comencemos a cosificar a los individuos de acuerdo a los beneficios que puedan proporcionarnos, terminando en un estado de cosas deplorable, hasta borrar toda identidad como personal ante un mundo que ha perdido su identidad propia.
La velocidad con que se van dando las cosas no da cabida a la originalidad. El artista corre el riesgo de quedar relegado por impráctico e incosteable ante una sociedad mercantilista. Sin embargo, debemos pugnar por preservarlo ya que en sus manos se halla la clave para no desintegrarnos como raza histórica. Él es el único capaz de proponer mundos diferentes o bien de pintar lo que todos deseamos con maestría tal, que por un momento nos transportemos y vivamos dentro de esos espacios mágicos, para volver a creer en nosotros mismos.
La producción en serie es un mal necesario dado el gran crecimiento urbano y la inminente globalización. Sin embargo, debe caber en nosotros la inteligencia para mantener vivas esas llamas que nos permiten seguir creyendo que cada individuo es único, irrepetible y autor de su propia historia. No permitamos que nos arrastre la espiral que quisiera vernos convertidos en una más de las mil piezas producidas en serie.
Quiero suponer que gran parte del abatimiento e indiferencia que muestra nuestra juventud frente a la vida, se debe a esta incapacidad por imprimir un sello de originalidad a lo que cada cual lleva a cabo. Las horas que pasa frente al televisor lo convierten en un elemento adicional del mismo, y para nada se estimula su potencial creativo. Las pláticas entre muchachos, según veo, no van más allá de las canciones, o figuras, o programas, de los que precisamente todos hablan.
Cualquier propuesta nueva es vista de entrada con malos ojos, y se va perdiendo la iniciativa de ser distintos u originales, para convertimos en un elemento más dentro de aquella masa. Nuevamente está visto el papel trascendental que juega el arte; a través suyo el joven es capaz de proponer cosas nuevas, perspectivas poco socorridas y de volcarse en la obra junto con todas sus inquietudes y todos sus cuestionamientos .
Mundos diferentes: La propuesta del arte frente a una sociedad de consumo que se consume a sí misma. Consigna vital para la historia del hombre.