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Contraluz / Operación mochila

Dra. Ma. Del Carmen Maqueo Garza

Ha iniciado un nuevo ciclo escolar. Dentro de las grandes limitaciones económicas que viene afrontando nuestro país en los años posteriores al ingrato ?94, los rubros de educación, desde el nivel básico, hasta el profesional, están de alguna manera debidamente cubiertos, y los hijos dejan de lado esos días de receso y se incorporan de nueva cuenta al sistema escolar.

Desde hace tiempo se han emprendido iniciativas denominadas OPERACIÓN MOCHILA, fundamentalmente en los niveles de educación media, con el fin de detectar el acarreo de elementos potencialmente dañinos a la escuela. Ciertamente han ayudado a frenar los índices delictivos en el interior de los planteles.

En esta oportunidad quisiera abusar de este término para analizar otros contenidos que llevan los chicos de casa a la escuela, y a los cuales no se les ha puesto la debida atención. Y ahora sí, más que por parte de los maestros para saber qué entra en las aulas, sería por parte de los padres de familia, para saber qué sale de sus casas.

Cuando se integra un nuevo grupo escolar, comienzan a identificarse los distintos prototipos de estudiante. Desde el que se esfuerza por cumplir cabalmente con todo, hasta el que difícilmente moverá un dedo para participar en las actividades escolares. Dentro de esta gama se despliega una gran variedad de personajes que van a interactuar en un recinto relativamente cerrado, por un promedio de seis a ocho horas diarias, diez meses al año. Sin lugar a dudas la forma de actuar de uno va a influir la del otro, y la conducta del chico sufrirá modificaciones a lo largo del año.

Habrá casos en que el estudiante modelo comience a aflojar la rienda de su conducta, lo que habitualmente la familia atribuirá a las malas compañías. Es una actitud fuera de la realidad asumir que la modificación en el comportamiento del joven obedece totalmente a causas externas, sin detenerse a considerar que debe de existir un detonador interno que lleve al chico a procurar esas ?malas compañías?, y secundariamente a cambiar su conducta. En tanto no abordemos el problema desde sus orígenes y busquemos resolverlo desde sus causas primigenias, difícilmente va a revertirse una conducta de este tipo.

En lo particular, considero que cuando hay un acercamiento de la familia hacia el chico, y la confianza para que él manifieste sus inquietudes, deseos y vivencias, difícilmente nos sorprenderán estos drásticos virajes de conducta, puesto que hemos estado allí para detectar estos cambios cuando apenas comienzan a manifestarse.

Un chico que actúa de una manera poco adecuada para su edad; aquel alumno que invariablemente procura a los compañeros más rebeldes y desordenados, está demandando a través de su conducta una mayor atención. El chico que se rebela, que es altanero y retador frente a los maestros está gritando por todos los medios a su alcance que necesita sentirse más tomado en cuenta.

Es una situación relativamente común que el chico manifieste su comportamiento rebelde lejos de casa. Quizás las cosas dentro de ésta no le permitan siquiera manifestar su malestar, o la familia es tan disfuncional, que aunque se pare de cabeza no hay quien le ponga suficiente atención. El asunto es que sale y se pone a actuar de manera de llamar la atención hacia su persona. En ocasiones asumiendo comportamientos negativos que justifiquen para sí mismo la convicción de que nadie lo quiere.

Escuela para Padres ha sido una buena iniciativa de un sexenio atrás, que en gran medida se ha quedado en el papel, sin un seguimiento adecuado. Posiblemente se haya tratado de programas anuales que no llevan continuidad, de manera que el beneficio al núcleo familiar es limitado. Y en los casos en los cuales una escuela se propone convocar a los padres de familia para estos cursos, invariablemente la mayor asistencia corresponde a los padres de los alumnos menos problemáticos. De suerte tal que no se cumple la función de abordar a las familias disfuncionales de donde emergen esos chicos problemáticos.

Ahora que recién inicia el ciclo escolar es un buen momento para planificar estos aspectos colaterales de la instrucción académica; detectar oportunamente los alumnos con mayor nivel de problemática, y encauzarlos ahora que aún son maleables para llegar a ser ciudadanos plenos, objetivo final de la educación integral. Abordar el problema desde su raíz familiar, para actuar con eficiencia en la resolución de la problemática que mina nuestra sociedad.

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