Oración de principios de año
Señor: Me has dado la oportunidad de concluir un año más rodeada de grandes bendiciones. Hoy tengo frente a mí el umbral de un nuevo período, y no quiero comenzarlo sin ti.
El tiempo es para el hombre su eterno socio. Siempre un aliado, algunas veces amigable y otras tantas el compañero que en ratos incomoda porque nos hace recordar que la vida en este mundo no es eterna.
Hemos pues de afrontarlo como un reto de superación. De suerte que cada hora que sigamos con vida la volvamos un espacio de realización personal.
Señor: Durante los pasados doce meses ha habido momentos de honda alegría; otros de tristeza. Unos pletóricos de satisfacciones y algunos más que hubiera querido evitar.
Sin embargo todo ello conforma el diario vivir. La materia prima con la cual nos das la maravillosa oportunidad de construir nuestro propio cielo.
Por las horas cuando renegué, Señor, te pido perdón. Durante un instante algo nubló mi entendimiento y no pude ver la grandeza que me obsequias a cada momento.
Estoy rodeado de personas que en muchos modos son testimonio vivo de tu amor. A ellos Señor, cúbrelos con tu misericordia divina en sus horas difíciles.
Ha habido otros que a través de sus acciones dañinas me han vuelto creativo. He aprendido la manera de captar el mensaje que sus palabras mandan, alejando mi corazón de su filo hiriente.
También por ellos te pido hoy, Señor, para que su amargura encuentre alivio, y aprendan a amar, primero a su propia persona, y luego al mundo en el que viven.
Para este año me he propuesto trazarme algunas metas que me acerquen más a ti. Te pido fortaleza para cumplirlas.
He decidido que tengo derecho a ser feliz; ayúdame a hallar caminos buenos para lograrlo sin afectar los propósitos de otros.
Quiero despertar cada mañana con un canto de gracias a la vida. Y andar la jornada gozando a los buenos compañeros que aligeran los diarios quehaceres hasta volverlos una fiesta.
Al ocaso permíteme ir a descansar con el bálsamo del deber cumplido y una suave caricia de mis hijos. Que nunca lo haga sin haber perdonado alguna ofensa recibida.
Señor, que antes de emitir una palabra con respecto a un hermano, la pase por la luz de la inteligencia y el filtro del corazón. Guárdame de los dichos vanos.
Quiero evitar los tiempos muertos que llevan a la muerte en vida. Que no caiga en el ocio que mina la voluntad y los buenos propósitos. Mantenme suficientemente ocupado para evitar la pereza.
Gracias por los bienes materiales que satisfacen mis necesidades elementales. Te pido que me guardes de caer en la ocasión de aferrarme a ellos y dejarte de lado.
Gracias porque me has dado una mente que me permite aprender y discernir. Ayúdame para evitar que el conocimiento derive en soberbia.
Concédeme la gran sabiduría de reconocer mi pequeñez frente al Universo y a la Historia de todos los tiempos.
Señor: Estos sentidos que me permiten gozar de tu creación son preciosas herramientas o mortíferas armas. Ayúdame a ver la diferencia antes de actuar.
Una sonrisa en mis labios es el mínimo tributo con que puedo honrarte cada día. Evitaré los rictus agrios que todo empañan.
En mí está elegir hacia donde dirijo mi mirada y con qué actitud veo el mundo que me rodea. Me guardaré de las sombras.
Un mismo sonido resulta dulce melodía o total cacofonía. Ello depende del estado interno de quien lo oiga. Quiero escuchar sólo notas dulces.
Una mano se extiende y nos enlazamos al mundo, o se alza y rompemos con él. Los brazos se abren y amamos, o se cierran y nos morimos en el frío más absoluto...
... Permíteme recordarlo día con día, frente a cada persona que encuentre en mi camino. Para ir construyendo tu Reino entre los hombres a través del dicho y del hecho, cotidianamente.
Que sepa reconocer tu presencia en el más pequeño de mis hermanos. En el desarrapado; aquel que no sabe expresarse; el que menos conoce. Que su silencio y sus carencias me inviten a entender que nuestro destino está muy lejos de este mundo de hambre y de injusticias.
Para que al final del camino, en ese punto del tiempo que sólo tú conoces, vea el desprendimiento de esta vida como el inicio de aquello que nos tienes prometido. Y pueda partir libre de ataduras, con sereno paso y fe absoluta, al puerto final.