EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Copala: antes y después/Lupa

Antonio Haas

Este pueblito, antes minero, ahora turístico, está, por fortuna, muy lejos de Iraq y muy cerca de Mazatlán. Encaramado en las estribaciones de la Sierra Madre Occidental, fue fundado en el siglo 18 y, en un tiempo, formó parte del Marquesado de Pánuco (uno de cuyos titulares hereditarios murió el año pasado acá en Mazatlán). Como tantos pueblos mineros, al agotarse sus vetas quedó convertido en un pueblo casi fantasma, y digo “casi” porque había una cosa que no le permitió morir: Un pequeño y bello templo de cantera construido en la orilla de un precipicio. Parecía estar plantado precisamente ahí para evitar con su mole que el caserío se desbarrancara para siempre en el olvido.

Yo lo conocí de manera incidental el primer sábado de Octubre de 1944. Recuerdo la fecha porque yo me había sumado por puro sport a la peregrinación (a pie) que todos los años salía de El Roble (municipio de Mazatlán) a Pánuco (municipio de Concordia) para visitar a su milagrosa Virgen del Rosario en su día, el primer domingo de Octubre. En nuestra caminata, el primer día pasamos por la Villa de Concordia (por lo cual sus lugareños se conocían como “lavillanos”, gentilicio que ya se aburguesó a “concordenses”), otro pueblo del siglo 18. Esa noche dormimos junto al arroyo de El Magistral, donde comenzaba lo más empinado del ascenso.

Salimos de ahí aún oscura la mañana y llegamos a un mirador arriba de Copala al amanecer. Las flores de los cereus de medianoche colgaban aún abiertas de las ramas de unos arbolones, enmarcando en mi memoria a ese pueblito velado por una brisa otoñal. Aunque los peregrinos iban a Pánuco a pagar sus “mandas”, yo me había sumado a la causa pensando más bien en Chaucer y sus relajientos peregrinos de Cantórbery, pero esta primera visión de Copala se convirtió en uno de los recuerdos más gratos de mis mocedades. Yo propuse bajar para ver al pueblo de cerca y los demás acabaron por aceptar mi proposición como parte de su penitencia. Lo que más me impresionó fue el templo, y del templo, aparte de su precaria vecindad al barranco, fue una cruz esgrafiada con singular esmero en la base del campanario.

No volví a Copala hasta hace un par de años, cuando Beatriz Sánchez Navarro Redo de Pintado, la presidente de “Adopte una Obra de Arte”, me llamó a Mazatlán para invitarme a Copala porque iban a adoptar el retablo del templo (yo tengo el honor de ser asesor nacional del grupo). Así volví a ver Copala después de 57 años, y ni el pueblo ni el templo me defraudaron. Al contrario, a éste lo vi menos romántico pero más hermoso que en mi recuerdo. Como era de esperarse, el interior era una ruina. Los muebles - púlpito, confesionario, las bancas, los portones (que ya no abrían ni cerraban) de la entrada y de los nobles arcos laterales, el retablo mismo -eran una mera hipótesis-.

La semana pasada regresamos todos los de “Adopte” a la inauguración de lo restaurado. Aunque las señoras se habían comprometido inicialmente con el puro retablo, encontramos las puertas y los muebles reconstruidos, y, para tranquilidad de los acrófobos, un barandal perimetral que nos separa al atrio del desfiladero circundante. El retablo mismo es un hosanna con sus colores y flamantes filos en hoja de oro, un triunfo del restaurador Alejandro del Río.

Afortunadamente, las señoras de la capital ya no se encuentran solas en Sinaloa. Desde un principio reclutaron otras señoras de su temple, como Vita Podesta de Holm en Culiacán y Justina de Cima de Berdegué en Mazatlán, que ahora ya están comprometidas en forma permanente con la idea y práctica de “Adopte”, tanto que el “Adopte” sinaloense ya tiene programada la restauración del templo de San Juan Bautista en el municipio de Mocorito, cuyo alcalde se presentó como testigo de honor en la ceremonia inaugural así como María del Carmen Arias Rodríguez, alcaldesa de Concordia, señora que ha apoyado a “Adopte” con gran entusiasmo desde nuestra primera visita a Copala. Y no sería justo olvidar los jeeps de federales que, agenciados por Fernando García Félix, han cuidado nuestras excursiones a Copala.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 27072

elsiglo.mx