“Los políticos no aman ni odian. Los mueve el interés, no el sentimiento”.
Lord Chesterfield
El viejo sistema corporativista mexicano -pese a sus diferencias y disputas tan obvias en las últimas semanas— se ha puesto de acuerdo para reunirse hoy en la ciudad de México. Ostensiblemente los distintos grupos llegan a la capital federal a protestar por una Reforma del Sector Eléctrico que está herida de muerte y por una Reforma Fiscal que ya está muerta. Pero en realidad cada uno busca también sus propias privilegios y ventilar sus viejas rencillas políticas: la CNTE quiere la cabeza de Elba Esther Gordillo, la UCD desea que le legalicen más autos chocolates para continuar en el negocio del contrabando, los Pancho Villa quieren que les dejen seguir invadiendo predios, los sindicalistas exigen que se preserven sus privilegios y los de sus líderes, los punks desean saquear comercios, los globalifóbicos buscan atacar cualquier actividad que pueda generar prosperidad y los priistas y perredistas ambicionan la Presidencia de la República.
A final de cuentas, sin embargo, todos estos grupos políticos y de presión están unidos en una gran causa: detener las reformas estructurales indispensables para generar más inversión, mayor competitividad económica y más empleos. Esta es la clase burocrática y política que se beneficia de las dádivas del viejo ogro filantrópico. No es gente que tenga que salir a buscar los empleos que se generarían con una mayor inversión.
Los grupos políticos que han organizado la marcha de hoy quieren hacer una demostración de fuerza. No le tienen la suficiente confianza a las disputas entre los legisladores para detener las reformas que ponen en peligro sus privilegios. Quieren dejar en claro que el país es de ellos.
Dicen los organizadores que reunirán a medio millón de personas en la marcha de hoy. Es muy probable que esta cifra sea una gran exageración. Pero no importa en realidad. Lo importante es que se vea a mucha gente coreando lemas. Y estos grupos tienen la capacidad para acarrear a mucha gente. Hay, por supuesto, mucho dinero detrás de esta marcha. Transportar, albergar y alimentar a cientos de miles de personas no es barato. La mayor parte de este dinero, por otra parte, está saliendo de una manera u otra del bolsillo de los contribuyentes.
El Sindicato Mexicano de Electricistas, por ejemplo, es el principal beneficiario del subsidio de más de 16 mil millones de pesos que los contribuyentes le estamos entregando este año a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. Y ahora una parte de ese dinero se está utilizando para financiar la marcha de hoy.
El Gobierno del Distrito Federal, controlado por el PRD —partido político que, junto a un ala del PRI, simpatiza con los propósitos de este movimiento— está apoyando también a los marchistas proporcionándoles servicios sanitarios, albergues y protección policíaca.
Independientemente de los marchistas que finalmente se reúnan hoy, su número será siempre pequeño en comparación con el de los mexicanos cuyos derechos e intereses están amenazando.
Millones de nuestros compatriotas se beneficiarían de una Reforma Fiscal que hiciera más eficiente y más competitiva la economía nacional. Millones de mexicanos mejorarían su nivel de vida si se levantaran las restricciones a la inversión privada en los sectores estratégicos de la economía. Millones de mexicanos podrían obtener empleos si el Congreso aprobara las reformas estructurales.
Pero en el juego del corporativismo los privilegios de las minorías se imponen siempre a los derechos de las mayorías.
El propio Gobierno de Vicente Fox ha aprendido con rapidez las lecciones de décadas de regímenes priistas. El punto de inflexión tuvo lugar cuando el Presidente se echó para atrás en el proyecto de construcción del nuevo aeropuerto de la cuidad de México ante las manifestaciones con machetes del grupo de ejidatarios de San Salvador Atenco encabezado por Ignacio del Valle. El Gobierno entendió que es más fácil ceder ante los grupos de presión que gobernar para beneficiar a todo el país.
El día de hoy, cuando observemos esta manifestación multitudinaria que recorrerá las calles de la ciudad de México, tendremos que darnos cuenta de que la democracia no ha matado al corporativismo en nuestro país.
México sigue siendo rehén de los grupos políticos que desde hace décadas han recibido privilegios especiales a costa de la pobreza de la mayoría de los mexicanos.
Dependencia
Ante la falta de reformas estructurales, nuestra economía depende más de la de Estados Unidos. Nuestras esperanzas de recuperación dependen hoy de que repunte la economía de la Unión Americana. Sin las reformas no hay posibilidad de una recuperación interna.
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