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LA FIESTA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS

MÉXICO, DF.- Maestra Elba Esther Gordillo: En este "país de las maravillas" la fiesta brava no es la excepción, cosa que pudieron constatar los aficionados que acudieron ayer al quinto festejo de la temporada grande en la Plaza México. Y a pesar de que en los toros el corte de apéndices no suele ser el indicador más confiable, esta vez el resultado sintetiza muy bien los acontecimientos: el español Manuel Caballero cortó una oreja y salió al tercio; Jorge Gutiérrez, representante de las figuras nacionales, salió al tercio y fue abucheado; Fabián Barba, que confirmaba la alternativa, escuchó pitos y palmas.

La realidad, maestra, es que hubo un abismo entre el torero hispano y los diestros nacionales. Y fue tan grande que dibuja ese "mejor de los mundos posibles en que vivimos". ¿Qué caracterizó la actuación de Caballero, quien en estos años recientes ha estado lejos de ocupar los primeros sitios del escalafón taurino de su país? Sencillamente, el profesionalismo. Así, sin mayores aspavientos se ganó el aplauso del público desde los lances con los toros de su lote. Es cierto que en quites, aunque caló hondo en los tendidos, no hubo la misma pureza que, por ejemplo, en su toreo a la verónica, pues faltó limpieza en la suerte o se empeñó en ejecutar chicuelinas con un toro que lo obligaba a reponer permanentemente el terreno.

Pero también es cierto que se fue a los medios a cerrar el primer tercio y, también con la muleta, inició ahí sus faenas, en las que no hubo desperdicio. Esto es, llevó a sus enemigos de un terreno a otro con estética y en cuanto fue posible iniciar el toreo en redondo, Caballero ejecutó tandas de muletazos de aquí hasta allá lo mismo con una mano que con la otra. Y si, como ocurrió con el quinto de la tarde, hubo que ir de los medios a las tablas para que el burel se sintiera más a gusto, así lo hizo el de Albacete. Pero ello no impidió un gesto más de torero: en lugar de ejecutar la suerte suprema ahí donde el de José María Arturo Huerta había dado un mejor juego, Caballero regresó a los medios y si bien pinchó en el primer viaje, no falló al entregarse en un segundo intento. Actitudes como la mencionada y algunas otras, así, hicieron la diferencia: Caballero se vio toreando con gusto, con afición, disfrutando en frente de la cara del toro y transmitiendo ese gusto al público.

Muy distinta, en cambio, fue la actitud de Jorge Gutiérrez, que si con el segundo de la tarde recibió el cariño de la gente, quienes le aplaudieron entonces le dieron la espalda con su segundo. ¿Por qué, si la película no fue muy distinta? ¿Por qué hubo pitos ante el toreo sobre piernas con el quinto de la tarde y olés con idéntico procedimiento frente a su primero? ¿Por qué no hubo censuras ante el exagerado castigo que se dio a "Sin Bandera" y en cambio las protestas arreciaron por los abusos de la cuadrilla de Gutiérrez en la suerte de varas con "Una Historia"? Imposible de explicar, pues ello forma parte de los misterios de la fiesta.

Pero sin duda algo influyó en el ánimo de la concurrencia y eso fue la faena con la que Caballero cortó el único apéndice de la tarde. Esto es, la actuación del de Albacete puso en evidencia que Gutiérrez no tiene ya afición y que la inquietud de sus pies habla de lo mal que se la pasa frente a los toros. Por ello, gracias al cariño de la gente es que el abucheo no ocurrió antes, cuando Jorge repitió por enésima vez la fórmula de su quehacer: toreo de capa sobre piernas, castigo en los caballos hasta liquidar al burel, largos inicios de faena y el acortar distancias en la querencia del toro luego de preámbulos larguísimos.

Basta decir que, por ejemplo, pasaron cinco minutos y medio antes de que el público jaleara una tanda de Gutiérrez frente a "Sin Bandera". Para que me entienda, el de Tula tarda más en "sobar" a sus toros que Andrés Manuel López Obrador en elaborar una frase. Y tantos años de vender el cuento de "torero sabio" acaban por desgastar a cualquiera, más aún cuando los procedimientos de Jorge no aguantan un análisis serio.

Pongamos otro caso: ¿por qué si este torero busca casi siempre la querencia del toro para sacar el mejor provecho, no lo hace desde los primeros muletazos, que es cuando hace que "soba" a sus enemigos? ¿Habrá colmado ya Jorge la paciencia de quienes años atrás lo encumbraron? Posiblemente no. Pero los gritos que se escucharon en la México son significativos: "¡Regala un picador...! ¡Perdón, un toro!". Y peor aún, algo que se volvió muy común cuando Manolito Mejía ya tenía hasta el copete al público con su toreo de pico: los coros de "¡no, no!" tras de la petición de un obsequio.

También hubo aspectos contrastantes entre Caballero y Fabián Barba en la tarde de su debut en el coso capitalino. No digo que, a escasos siete meses de haberse doctorado, este torero hidrocálido refleje el hartazgo de Gutiérrez. Ni tampoco las dudas o los temores, y buena muestra de ello fue el valor con que enfrentó el peligro del que cerró plaza, un animal que en más de una ocasión se le coló y al que, sin amilanarse, acabó sometiendo.

Por otra parte, es un torero con técnica y clase, como quedó patente en el toro de la ceremonia de confirmación. Pero no sólo le faltó el colmillo y el hambre de triunfo para no dejar que una faena que iba en ascenso cayera tan estrepitosamente, luego de tandas por el lado derecho con la figura muy erguida, girando sólo los pies, o muletazos circulares tras de torear por naturales. ¿Qué más faltó? Alguien que le advirtiera que se estaba pasando de faena, lo que dificultaría la ejecución de la suerte de matar.

Así, un quehacer que pudo ser coronado con un apéndice acabó en la estadística de Barba en abucheo tras dos avisos. ¿Conclusión? La que tantas veces se ha repetido en años recientes: la mediocridad que priva en esta fiesta "de maravilla" impide que los toreros mexicanos crezcan y se pongan metas cada vez más ambiciosas. En tanto, un medio tan competido como el español tiene por consecuencia que inclusive toreros que no son primeras figuras en ese país tengan un nivel superior al de nuestros espadas más importantes.

¿Que la nación requiere reformas urgentes? También la fiesta brava. Pero parece que este país de las maravillas se caracteriza porque nada pasa... Hasta que pasa. Y mientras, el virrey de la México sigue empeñado en que le levanten el castigo a Enrique Ponce y en buscar culpables del naufragio que él llama "temporada grande".

¿Me creerá que un cartel como el de hoy no llevó público suficiente para hacer la media entrada? ¿Y se imagina el impacto que tendrá en la taquilla el festejo del próximo domingo, con José Ortega Cano, "Armillita" y "El Zotoluco" en el cartel? Rafael Herrerías dice que la corrida será a beneficio del teletón. A decir verdad, todo indica que lo único que busca el "empresaurio" es promoción gratuita, pues la combinación y cuentas alegres que suele hacer el "hombre de negocios" auguran que se recaudarán cacahuates.

Ya se acabó el espacio, maestra, de modo que no me resta más que recordarle aquello de que "el que con dinosaurios se acuesta, reventado amanece".

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