“Resuélvete a no ser pobre: no importa lo que tengas, gasta menos.” James Boswell.
con el fin de la 58 legislatura, y tras el fin de los puentes y vacaciones de las últimas semanas, empieza ya de manera formal la nueva temporada electoral mexicana. Es positivo que podamos iniciar este proceso sin tener certeza sobre el resultado final. Pero eso no significa que podamos o debamos cerrar los ojos ante el costo de estos procesos políticos.
Nada más la operación de los partidos políticos federales nos costará a los contribuyentes mexicanos cinco mil 306 millones de pesos este año. Éste es, por lo menos, el monto formalmente previsto para tal propósito en el presupuesto de egresos de la federación. A esa cantidad, sin embargo, hay que añadirle los cinco mil 790 millones que nos costará el Instituto Federal Electoral (IFE) y su padrón de electores. Esta cifra aumenta ya el total a 11,096 millones de pesos.
Usualmente los cálculos sobre el costo de la democracia en México se detienen ahí. Sin embargo, la suma apenas empieza. Para tener una idea del costo de las elecciones federales debemos adicionar los mil cuatro millones de pesos presupuestados para el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la federación. Esto eleva ya el total a 12,100 millones de pesos.
Pero ahí no para la danza de los miles de millones de pesos. Las elecciones federales son sólo una parte del costo total de los procesos políticos nacionales. Hay que recordar que la mayor parte de las elecciones en el país son estatales y municipales. Y su organización también implica un costo.
La operación de todos los institutos estatales electorales, que a su vez le entregan dinero a los partidos a nivel local, asciende a unos cinco mil 800 millones de pesos aproximadamente. Además, los tribunales estatales electorales, uno para cada entidad, nos cuestan 800 millones de pesos anuales. Si al costo de las elecciones federales, 12,100 millones de pesos, le añadimos estas cifras estatales el resultado será un gasto de 18,700 millones de pesos.
Hasta aquí llegan los datos oficiales. Pero la experiencia nos dice que, además del gasto formal, hay más dinero que entra a las campañas políticas de manera ilegal. Y cuando menos una parte procede también del bolsillo de los contribuyentes. Se ha señalado, por ejemplo, que solamente en la campaña del 2000 se desviaron cuando menos 640 millones de pesos de Pemex al sindicato petrolero y de ahí a la campaña del candidato presidencial priista Francisco Labastida. ¿Cuánto dinero puede desviarse igual en este 2003? ¿Mil, dos mil millones de pesos? Cualquier cifra, por supuesto, es mera adivinanza porque no hay registros del dinero negro. Pero pongamos que entre desvíos y el empleo de recursos públicos para gastos de comunicación social, que resultan un apoyo para los partidos políticos en el poder dentro de los distintos órdenes de gobierno, estemos sumando dos mil millones de pesos. Esto llevaría el total de gasto político solamente en este año a unos 20,700 millones de pesos.
Quizá estos 20,700 millones de pesos sean una cantidad muy pequeña en un presupuesto gubernamental que asciende a más de un billón y medio de pesos o en una economía cuya generación de bienes y servicios ronda los seis billones de pesos anuales. Pero un ejercicio sencillo nos permitirá darnos cuenta de lo que significa el uso de esta cantidad para propósitos políticos.
En México, según cifras oficiales, tenemos unos 25 millones de personas en pobreza extrema. Los políticos nos han venido diciendo desde hace décadas que su trabajo principal es apoyar a estos mexicanos que no pueden siquiera alimentarse o alimentar a sus hijos de manera digna. Pues bien, si en lugar de gastar 20,700 millones de pesos anuales en los procesos electorales le repartiéramos este dinero a los más pobres de nuestro país, le tocarían 828 pesos a cada uno: hombre, mujer, anciano o bebé. Si consideramos que la familia en pobreza extrema tiene en promedio unos cinco integrantes, estaríamos hablando de darle a cada familia en pobreza extrema cuatro mil 140 pesos. Y créame, amigo lector, que esto es mucho dinero para una familia que no puede siquiera alimentar a sus hijos.
Quizá nuestro país no tenga más remedio que gastar esta fortuna todos los años en mantener a nuestro sistema político: pero no deja de ser triste, especialmente cuando los políticos afirman que su razón de ser es ayudar a los más pobres.
Cinco de mayo
Pese a cancelar el festejo del cinco de mayo en la Casa Blanca, el presidente estadounidense George W. Bush sí hizo referencia ayer a la festividad, pero enfatizó el esfuerzo que hicieron los mexicano-estadounidenses al participar en la guerra contra Iraq. A buen entendedor...
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