México (EFE).- La temporada del fútbol mexicano ha estado presidida en sus primeras tres jornadas por un incremento de la violencia y este fin de semana un aficionado de 21 años perdió un ojo al explotarle un petardo en el estadio Jalisco de Guadalajara.
Sergio Pérez, un hincha de las Chivas de Guadalajara, fue lesionado severamente en la parte izquierda del rostro y en las últimas horas los partes médicos confirmaron la pérdida de un ojo.
La costumbre de celebrar con explosiones ha sido cuestionada por directivos y muchos aficionados están en contra de ella, pero los integrantes de las porras insisten en llevar bombas pequeñas a los estadios y las autoridades les prestan poca atención.
Esta vez fue un accidente, pero en las últimas dos semanas, por lo menos en un par de ocasiones entrenadores o atletas han sido atacados por simpatizantes del bando contrario.
En el encuentro entre las Aguilas del América y los Tuzos del Pachuca, el pasado 12 de enero, el portero de los Tuzos Miguel Calero fue derribado por un objeto disparado desde el grupo de hinchas del América, y necesitó unos cinco minutos para recuperarse.
Peor fue la experiencia del técnico argentino Daniel Passarella, quien ayer recibió un fuerte golpe en la cara ocasionado por un objeto desde la porra de los Pumas de la UNAM que reaccionó con violencia por la impotencia de ver a su club caer ante el Monterrey.
Los grupos de aficionados de los Pumas dieron la mala nota en la jornada al amenazar por internet a los de Monterrey, que no viajaron a la capital a apoyar a su equipo por recomendaciones de la directiva de su equipo.
En el torneo anterior los de Monterrey habían atacado al camión del equipo universitario y la situación creada este fin de semana parece ser el inicio de una seria rivalidad.
El agresor de Passarella, campeón mundial con Argentina, en 1978, fue detenido, pero normalmente los violadores del orden en los estadios mexicanos disfrutan de impunidad, lo cual ha sido advertido por los medios.
México es aún uno de los sitios con menos violencia en los estadios, pero el espectáculo es cada día menos familiar por los peligros.
La agresividad no es sólo por parte de los aficionados, los jugadores suelen agredir de palabras a los árbitros sin que nada les suceda, lo cual calienta el ambiente y altera el ánimo de los hinchas.
Joseph Blatter, presidente de la FIFA, estuvo hace unas semanas en México y alertó sobre la necesidad de sancionar a los futbolistas que faltan el respeto a los árbitros, pero en México se hace poco al respeto.