“No culpes a otros por lo que tú mismo has provocado”. Popular
Muy lejos han quedado ya los sueños de un crecimiento del 3 por ciento para este 2003. El Banco de México acaba de bajar su pronóstico, que ya se encontraba en 2.4 por ciento, a apenas el 2 por ciento. Manuel Ramos Francia, director de Investigaciones Económicas de la institución, señaló que esta situación es producto del poco crecimiento que está teniendo la economía de los Estados Unidos.
Siempre ha sido fácil echarle la culpa a los gringos por nuestros problemas. Pero la realidad es que la razón por la cual no está creciendo la economía mexicana es muy distinta. El problema es sencillo: en México no estamos generando inversión. Y sin inversión, no puede haber crecimiento.
La economía estadounidense está creciendo con lentitud, pero lo está haciendo a un ritmo mayor al que se esperaba. En el segundo trimestre de este año su expansión fue de 2.4 por ciento, contra 1.4 por ciento en el primer trimestre. Al finalizar el año lo más probable es que registre un crecimiento de entre 2 y 2.5 por ciento. Para una economía desarrollada como la estadounidense, que ya no tiene tanto espacio para crecer como la nuestra, no es una mala cifra.
Pero otras economías del mundo están creciendo incluso más. Poco importa en realidad que tengan un comercio tan intenso con los Estados Unidos como el nuestro. Canadá, por ejemplo, está creciendo a un ritmo de 2.6 por ciento. Y se espera que cierre el año con una cifra de entre 3 y 3.5 por ciento.
Si la influencia de la economía estadounidense fuera tan decisiva en un socio comercial como se dice, Canadá estaría creciendo bastante menos. Pero la verdad es que la economía canadiense ha generado una actividad económica interna bastante sólida porque su gobierno ha hecho las reformas estructurales que le han permitido crecer a través del mercado interno a pesar de que su comercio internacional está tan concentrado como el nuestro con Estados Unidos.
Los mexicanos no tenemos por qué inventar el hilo negro. La única manera de generar crecimiento y empleos es a través de la inversión productiva. Y ésta simplemente no está creciendo en nuestro país. En los cuatro primeros meses de este 2003 la inversión bruta fija descendió 1.1 por ciento en comparación con el mismo período del año anterior.
Parte del problema es que en México seguimos teniendo grandes restricciones a la inversión productiva. En Canadá los recursos naturales son propiedad de las provincias, así como en México lo son del Estado federal. Pero eso no significa que se prohíba la inversión privada en el desarrollo de esos recursos como ocurre en nuestro país. Los grandes depósitos de petróleo y gas de la provincia canadiense de Alberta, por ejemplo, han beneficiado directamente a la población local al lograr que los residentes no paguen impuestos provinciales. Los recursos que las empresas petroleras entregan a la provincia se usan para proporcionar servicios públicos de primer nivel. Pero no es un monopolio estatal el que realiza la exploración, extracción y refinación. Esto lo hacen empresas privadas de distintos lugares del mundo.
En otros países del mundo es común también que la iniciativa privada se haga cargo de las inversiones en energéticos e infraestructura. Incluso en China, un país que se adhiere formalmente a la ideología comunista, tanto la generación de electricidad como la producción petrolera la realizan en buena medida empresas privadas. Ésta es una de las razones por las cuales la economía china está creciendo a un ritmo vertiginoso del 8 por ciento anual. El gobierno chino promueve la inversión en lugar de prohibirla.
En México los políticos debe darse cuenta del costo humano de sus decisiones proteccionistas. Mientras ellos, desde la comodidad de sus curules, gozan de los generosos sueldos y beneficios que les aportan los contribuyentes, los mexicanos comunes y corrientes experimentan un aumento en su pobreza, ya crítica, por la falta de crecimiento y el aumento del desempleo ante la ausencia de inversión productiva. El que los políticos insistan en mantener restricciones a la inversión en un país con nuestras carencias no es un desplante nacionalista sino un acto criminal contra quienes menos tienen.
No culpemos, pues, a los gringos de los problemas económicos que nosotros mismos hemos generado. Para crecer más, México necesita más inversión. Pero nunca tendremos la suficiente si la seguimos prohibiendo en los sectores estratégicos de la economía nacional.
Homosexuales
Legalizar los matrimonios entre homosexuales sería un paso correcto para reconocer la dignidad y la libertad de las personas. El Estado no debe meterse en la alcoba.
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