La reciente crisis que se presentó hacia el interior del Partido de la Revolución Democrática, puso de nueva cuenta en el tapete de las discusiones los conflictos recurrentes que se han venido dando en los distintos partidos dentro de los cuales se encuentran las tres fuerzas más importantes del país, como son el PRI, el PAN y el PRD, pues las batallas más enconadas se presentan entre los diversos grupos que actúan en cada uno de ellos.
Pero ahora le correspondió de nueva cuenta al PRD en razón de la renuncia de su ahora ex presidenta nacional Rosario Robles, quién presentó su dimisión por los ataques de que fue objeto y que según su propio dicho provenían de sus correligionarios, a los que no les importó que Robles hubiera casi alcanzado la meta porcentual de votos que se había propuesto, ni que en razón de la votación obtenida el pasado seis de julio lograra también casi duplicar el número de curules que ese partido tenía en la Cámara de Diputados.
Las luchas tribales siguen siendo la constante que marca la vida de los partidos políticos, porque ante las crecientes posibilidades de acceder al poder, quienes integran esos grupos, se desfasan y evidencia su ambición de lograr posiciones desde las cuales puedan acumular poder político y dinero, pues aunque los hay, son contados los que buscan por esa vía los cargos públicos para servir al pueblo.
Con un amplio respaldo Leonel Godoy asumió la dirigencia nacional del PRD, pero solo durante el tiempo suficiente para realizar la reforma del Partido, lo que implica que estará en ese cargo menos de un año, buena parte del cual seguramente lo invertirá en realizar los consensos necesarios para acometer su tarea principal en debida forma. Y eso suponiendo que no se genere entre los grupos rivales una nueva crisis que acabe de colocarlos en seria desventaja frente a los comicios del dos mil seis.