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Crisis yucateca/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Un diferendo interno en el PAN tiene en este momento en una crisis al Congreso local de Yucatán, que podría agravarse y desembocar el próximo domingo en su virtual cese de funciones. Esta insólita desaparición del poder legislativo podrá ocurrir si la Cámara de Diputados no puede nombrar de aquí a entonces a su Comisión Permanente, pues el 31 de agosto concluye el periodo ordinario de sesiones. Y es posible que no pueda hacerlo.

Simultáneos a la elección de gobernador, claramente ganada por Acción Nacional, los comicios legislativos del 2001 produjeron un empate entre el PRI y el PAN: doce diputados, de un total de 25, para cada uno. El restante fue para el PRD. En el camino, los panistas avanzaron levemente cuando un diputado priista se alejó de su grupo y actúa como independiente, a menudo votando con los panistas.

Eso permitió la elección de Ricardo Gutiérrez, ya cabeza de la bancada blanquiazul, como presidente de la Gran Comisión, cargo a que renunció el viernes pasado, al mismo tiempo que pedía licencia. No pudo escoger peor momento para su retiro. Su grupo parlamentario quedó reducido a diez, por su propia ausencia y porque la diputada Beatriz Zavala pidió licencia para protestar mañana como legisladora federal.

Su suplente Fernando Rojas no pudo asumir su responsabilidad porque los priístas y el perredista se han negado a sesionar desde la semana pasada. Más sagaz, o parte de un cálculo político, la diputada priísta Ivonne Ortega Pacheco, que también ha optado por pasar a la Cámara federal, demoró su tránsito. No ha pedido licencia, y eligió no presentarse mañana en San Lázaro, sino con posterioridad, aprovechando el lapso de treinta días que le ofrece para ese efecto la Constitución.

El jueves 21 el Congreso yucateco no pudo sesionar por la falta colectiva de los priístas y el perredista, y no escuchó el informe del ombdusman, que debe rendirlo ante la legislatura. De paso, los diputados dejaron plantado al presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, José Luis Soberanes, invitado a un acto que no se realizó. Al día siguiente tampoco bajaron al salón de plenos (sus oficinas se hallan en la parte superior del edificio legislativo), ni lo hicieron el martes.

Hoy debe realizarse la última sesión ordinaria, de particular importancia porque ha de elegirse a la Comisión Permanente, que actúa en el receso que comienza el lunes próximo. Podría no integrarse el quorum hoy tampoco, si el grupo priísta se mantiene ausente en espera de obtener ventajas que ahora, con su breve y momentánea mayoría, está en situación de conseguir. Es difícil que se acuerde una solución de compromiso, sobre todo en la ausencia de Gutiérrez, que quiso ser negociador entre su fracción y la del PRI y fracasó en su empeño, por lo cual se ha retirado.

La disputa entre los dos partidos mayores en Yucatán ha sido muy intensa desde tiempo atrás. Cuando el PRI pudo, avasalló de modo casi caricaturesco a sus oponentes en el Congreso. Caso hubo en que la mayoría priista, apenas superior en un voto al grupo blanquiazul tomó para sí el manejo de todas las comisiones, sin dejar un resquicio a la actuación panista. Dado el precario equilibrio existente hasta la semana pasada en la actual legislatura, Gutiérrez sentía la necesidad de dar para recibir, extremo que incomodó a algunos de sus compañeros, que lo acusaron de tiempo atrás de contemporizar con el priismo. Gutiérrez fue designado líder de su grupo por el comité estatal de su partido, no por votación de sus compañeros. Y a pesar del origen de su mandato, desacató líneas de acción formuladas por el mando panista. En aras de conseguir la cooperación priista, por ejemplo, desactivó el eventual juicio político que desaforaría a su par, el líder de la bancada tricolor, Cleominio Zoreda. Se imputa al priista un acto de desvergüenza política inadmisible: como secretario de Gobierno de Víctor Cervera Pacheco hizo por sí y ante sí un añadido a una disposición legislativa y la publicó como si fuera una fe de erratas.

Eso no obstante, sigue firme en su puesto, pues Gutiérrez consideró pertinente no introducir un nuevo germen de discordia en el debate interno. Tras su renuncia el 22, Gutiérrez dio a conocer sus móviles en una declaración entregada directamente al Diario de Yucatán. Aunque reprocha a los partidos en general su “posicionamiento egoísta y excluyente... que más buscan el beneficio propio que el de la ciudadanía que lo requiere”, es mucho más específico y enfático al revelar disensiones dentro de su bancada: “muchas humillaciones tuve que soportar, resentí traiciones y bajezas que me ofendieron y denigraron”, dice. Y además de señalar por sus nombres a tres diputados, en una entrevista con el Diario se duele de su distanciamiento con el gobernador Patricio Patrón.

Hoy mismo, o en las próximas 72 horas puede haber arreglos que hagan concluir esta grave crisis de funcionamiento de la legislatura yucateca. Si no fuera así, si no se integra la Comisión Permanente, la institucionalidad local sufrirá un grave quebranto, pues el estado se quedaría sin uno de los tres poderes. Quizá haya un exceso en imaginar una intentona para desquiciar al estado, pero de la desaparición de un poder puede pasarse por la propia dinámica perversa de ese faltante, a una desaparición de todos los poderes, que tendría que ser resuelta por el Senado. Designar allí un gobernador provisional sería un aberrante modo de resarcir al PRI de su derrota de hace dos años.

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