Por Arturo González González
El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- El centro de esta ciudad no sólo guarda entre sus calles autos, smog y tumultos; en ellas también existe música. A ritmo de tumba, timbal, acordeón y guacharaca, la “Gente Brava” camina las aceras esquivando tabaretes y ambulantes y recogiendo las monedas de su efímero pero agradecido público.
Los malabares rítmicos de una cumbia colombiana poco conocida en el desierto lagunero, es el producto del tañido del timbal de Eder Iván, de la caja santa de José Fidencio, de la tumba de Óscar David, de la guacharaca de Cristian Gerardo, de la redoba de Héctor Daniel y del acordeón de Jonh Jairo, quien, con 26 años, es el mayor de todos y el líder de la agrupación callejera.
A una cuadra de la Alianza, recargado sobre una jardinera, este último comenta que “Gente Brava” tiene apenas dos meses de vida aunque confiesa que él lleva cerca de doce años tocando música colombiana. Regiomontano de origen y de acento, Jairo le mueve a más de cinco instrumentos y también le hace a la cantada.
“Llegué con otros amigos aquí a Torreón y me quedé solo, haz de cuenta que andaba yo solo en la calle con un tambor hasta que me los encontré a ellos y yo les dije que les podía enseñar pero que se juntaran conmigo”, cuenta y recorre con sus ojos cafés los oscuros y adolescentes rostros de sus compañeros.
La fuerte competencia en Monterrey, además de que “allá hay mucha gente que no quiere que uno crezca”, fueron algunos de los motivos por los que emigró de la capital neoleonesa.
Asegura haber aprendido música sin estudiar en ninguna escuela, sino viendo a otros músicos desempeñándose y practicando. “Pues ahí... ‘¿qué, cómo le haces o qué?’ Y así, preguntando también”, explica a su manera con una sonrisa esbozada entre su barba negra de candado.
“Gracias a Dios no me muero de hambre, puedo tocar varios géneros: rock, tropical, norteña, balada”, afirma, aunque la cumbia del caribeño país sudamericano es la que más le agrada.
Sobre un camión, en el Mercado de Abastos, en el Juárez, en la Plaza de Armas, en las cantinas e incluso compartiendo espacio con mariachis y conjuntos norteños de la Gota de Uva, la “Gente Brava” no descansa un sólo día para llevar su música a los oídos de viajantes, peatones y bebedores a cambio de unos pesos, los cuales, según el propio Jonh Jairo, “no nos faltan, porque la gente aquí es muy generosa”.
Expresa que en una jornada pueden llegar a sacar poco más de mil pesos, pero, de los cuales suele quedarles unos 600 o menos, ya que el resto lo gastan en alimentos, artículos que necesitan y en pasajes. “Siempre comemos juntos... ayer, por ejemplo gastamos más porque nos fuimos a comprar tenis nuevos... así como ganamos también desembolsamos”. Y enseñan orgullosos sus pares impecables todavía.
También los contratan para asistir a fiestas y acontecimientos sociales, a los cuales va la banda completa, ya que por las calles comúnmente se puede ver y escuchar a la mitad. Otros seis jóvenes se adhieren al conjunto que en total suma doce integrantes.
Jairo sueña con un día “poderle llegar al gusto de toda la gente en Torreón... ser los número uno”. Pero, no por eso han dejado de estudiar. “Algunos vamos a la secundaria, otros a la prepa abierta, ahí como podamos”, dice moviendo su afilado mentón y acomodando el arete de su oreja izquierda.
En septiembre, John cumple un año de respirar el aire seco de esta región. Recuerda un poco su arribo. “Cuando recién llegué estuvo difícil... era un sábado y no miré nada de gente, entonces les dije con los que vine ‘n’ombre, que hacemos aquí, mejor vámonos’... pero ahora, todo es distinto, haz de cuenta que estoy como en mi casa, ya no me quiero ir de aquí”.
Los jóvenes preparan sus instrumentos, saben que es hora de seguir tocando para sacar el chivo. Antes de despedirse, Jairo comenta: “hay que irse abriendo paso poco a poco, sobre todo por lo que tocamos, que aquí casi no se conoce, por eso andamos en la calle, que la gente nos vea la cara, nuestro objetivo es llegar muy lejos...”.