Ejemplo de vida| Una negligencia médica le quitó la vista
TORREÓN, COAH.- Caminar a tientas por las calles de la ciudad, guiado sólo por el bullicio normal de la calle y las voces de la gente, parece difícil. Pero Tony asegura que su ceguera no es un impedimento para luchar por lo que quiere. Dice que las caídas siempre son para levantarse.
José Isidro Torres Mota tiene 28 años. Sus amigos y conocidos le llaman Tony porque ése era el nombre de su padre. Todos los días acude a la Unidad Compresora del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF-Torreón), para enseñar el sistema Braille.
Tenía apenas 21 años cuando los doctores le detectaron un tumor en el cerebro. Nunca imaginó que por un descuido o negligencia médica quedaría ciego para el resto de su vida. Sin embargo antes que nada aclara que no se considera una persona discapacitada.
“Habré perdido la vista pero sé hacer más cosas, no tengo una discapacidad, eso para mí es una persona que no sabe hacer nada, gracias al apoyo de mi familia salí adelante, comencé a estudiar Braille con el profesor Rubén”.
Ahora Tony conoce a la perfección el sistema Braille. Tuvo la oportunidad de enseñar a otras personas invidentes y no lo pensó dos veces cuando se lo propusieron. Dice que lo hace con mucho gusto porque es una forma de agradecerle a Dios haber salido con vida de la operación.
“Muchas de las veces me mandaban del quirófano a la cama porque me estaba muriendo, entonces cuando me dieron de alta en 1997, salí del hospital como un bebé, tuve que aprender a caminar otra vez, incluso llegué a gatear”.
En muchas ocasiones se ha caído, pero asegura que esos percances le han servido para levantarse cuantas veces sea necesario. “Recuerdo que en una ocasión se me cayó algo y por instinto sin fijarme me agaché a recogerlo y me pegué con un mueble en la cara, como eso me han pasado muchas cosas”.
El amor tampoco termina para las personas con algún tipo de discapacidad. Tony asegura que cuando veía sólo se fijaba en la apariencia de las mujeres, pero aprendió a conocer a las personas por su manera de hablar y por lo que piensan, sobre todo por sus sentimientos.
Y reitera: “para mí las caídas son oportunidades que se presentan para ir siempre hacia delante”. La primera vez que salió de su casa sintió miedo, le asustaban los carros, las esquinas de las cuadras, todo, pero aprendió a guiarse por el bullicio de la ciudad y las voces de la gente. Asegura que nunca más se quedará encerrado en su casa por temor, pero para lograrlo necesita de la ayuda de todos.