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Crónica urbana| Sólo espera que se tarden en instalar los parquímetros

Por Cristal Barrientos Torres

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- En ocasiones Manuel se preocupa. Es que tal vez en algunos meses tenga que enfrentarse a la tecnología si las autoridades deciden instalar parquímetros en el primer cuadro de la ciudad. Pero asegura que esas máquinas sólo sirven para sacar dinero, en cambio él, cuida que los automovilistas no rayen la pintura de los vehículos estacionados o los golpeen al intentar estacionarse.

Manuel dice que si llegan a instalar esos aparatos, entonces tendría que buscar otras calles de la ciudad. Tal vez después de la calzada Colón, incluso cerca de su casa, pues vive en el bulevar Independencia y calle Cepeda.

Manuel González Flota tiene 54 años. Hace más de una década trabajó como agente de tránsito, pero su avanzada edad y sus achaques no le permitieron seguir vigilando el tráfico de la ciudad, entonces comenzó a trabajar en lo que sea, hasta de velador.

Desde hace un año cuida los carros de los conductores que se estacionan en la calle Matamoros y Zaragoza. Con su franela roja les señala a los automovilistas el lugar adecuado para estacionarse y luego les dice: “aquí se lo cuidamos seño, ¿una lavadita?”.

Algunos conductores ni las gracias le dan y eso que les avisa si vienen otros carros o no: “algunos ni voltean, salen de volada y no dan ni un centavo, ahí está uno echándoles aguas pero nada, meten el acelerador”.

Los problemas económicos agobian la vida de Manuel. Su esposa hace muchos años que dejó de trabajar porque padece de todo un poco: de diabetes, del corazón y de las rodillas. El dinero apenas le alcanza para comprar el medicamento.

La esposa de Manuel nunca pudo tener hijos, pero cree que Dios sabe por qué hace las cosas, tal vez hubieran sufrido más, no sabe, pero a estas alturas de su vida ya dejó de pensar en si fue bueno o malo, no tener una familia.

En ocasiones apenas gana lo suficiente para el almuerzo y la comida, la cena siempre está en duda, primero hay que garantizar la compra de la medicina, luego los alimentos.

A la confluencia de la avenida Matamoros y Calle Zaragoza, llega a las ocho de la mañana para retirarse a las siete de la tarde, pero no se queja porque está seguro que hay personas que la pasan peor que él porque ni para la comida les alcanza.

Manuel da un ejemplo de sus gastos: pastillas para la presión 108 pesos, para el corazón 220 pesos y para la diabetes 80 pesos. Su esposa debe tomar tres tabletas diarias para cada enfermedad: “cómo le hago si ni el DIF nos ha podido ayudar, si cada caja de medicina no dura ni la semana”.

Afortunadamente para Manuel así como hay conductores que ni las gracias dan, también los hay buenos y hasta espléndidos. Cobra 20 pesos por lavar los coches, pero algunos conductores le dan 30 pesos o más.

“Ven la necesidad de uno y se compadecen”. Manuel dice que es una lástima que no le lleguen las despensas, de ésas que dice la gente que los políticos reparten en tiempos electorales, la crisis ni siquiera lo dejó pagar a tiempo el recibo de agua, se fue acumulando hasta llegar a los dos mil 600 pesos.

Por el momento y mientras la situación mejora, Manuel sólo espera una cosa: que el Ayuntamiento tarde mucho tiempo en instalar esas máquinas que seguramente lo dejarán más pobre de lo que es ahora.

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