MATAMOROS, COAH.- Sus amigos la llaman “Doña Lety” y es reconocida en Congregación Hidalgo por trabajar como un hombre la siembra del melón. Al decir de uno de sus ayudantes, de mujer solamente tiene la apariencia, pues ha podido sacar sola a sus tres hijos que junto con ella, cada año batallan para acomodar la cosecha de la fruta.
En una de las empacadoras localizadas en el entronque de Las Meloneras, Doña Lety bajaba algunas rejas con melón lavado, listo para su comercialización. Junto a ella estaban dos de sus hijos, hombres adultos que agradecen el esfuerzo que su mamá hiciera antaño para sacarlos adelante.
“Todavía no se cansa”, dice uno de ellos que luego es interrumpido por un hombre alto y moreno, quien trabaja para Doña Lety en la siembra y cosecha el melón, quien asevera que ella “es una mujer fuerte que difícilmente se resigna ante las adversidades, por eso estamos aquí para acomodar este fruto –una tonelada- que ya no se vendió en el entronque de Congregación Hidalgo por ser tomado como melón de arrastre –lo último de la cosecha-”.
Ella dice que en realidad el melón es un producto difícil de comercializar, “pero es igual que otras siembras, por ejemplo, cuántas veces hemos visto a los sembradores de tomate en problemas para acomodarlo, ¡muchas¡ y lo vuelven a cultivar”.
Solamente trabaja una hectárea, “una herencia de familia”, apunta y luego agrega: “en la que fácilmente invertimos 25 mil pesos y de la que a duras penas, sacamos algo de lo invertido”.
Como parte de esa cosecha salió tarde, “estamos comercializando fuera de temporada y tratando de acomodarla a cómo dé lugar, para tan siquiera sacarle un mínimo de provecho”, dice la mujer de piel curtida por las continuas exposiciones al sol.
En esa ocasión, el melón lo estaban pagando a 50 centavos. Por lo que recibiría un total de 500 pesos por una tonelada, “cantidad que tengo que repartir entre cinco personas”, argumenta, pues explica que junto con sus hijos es el número de trabajadores que necesita para sembrar y cosechar la fruta.
Tomando en cuenta que la libra de semilla cuesta dos mil 200 pesos y el hule que necesitan para sembrar la fruta –requieren tres- cuesta mil trescientos pesos, “es un trabajo arduo y al final de cuentas, mal retribuido, pero es el único trabajo que sé hacer y que después de todo... me gusta”.