A dieciséis días de haberse iniciado la invasión de las fuerzas norteamericanas en Iraq, hay varias cosas que ya están totalmente claras: Ni se trata de acabar con las armas químicas que decían los americanos e ingleses que el terrorista régimen de Hussein tenía, ni se trata de liberar al pueblo iraquí de un dictador. Esta es una guerra imperialista en toda la extensión de la palabra: se trata del saqueo de las riquezas de una nación y del dominio de sus mercados por parte de las empresas trasnacionales de la nación agresora.
De hecho así han sido todas las guerras que terminaron con la casi total desaparición de la antigua Yugoslavia, por ejemplo. Quien dudaría hoy de ello al ver que las principales minas de Bauxita, material del que solamente puede obtenerse el aluminio, están bajo el control de empresas extranjeras en Bosnia. Quien puede dudarlo al ver el control de las empresas alemanas sobre los puertos del mar Adriático de Croacia, por ejemplo. La diferencia de esta guerra y las anteriores, desde la desaparición de la Unión Soviética, es que ahora existe una división entre las principales potencias imperiales.
Para nadie es un misterio que el objetivo de este ataque consiste en destruir y enfermar, para poder volver a construir y sanar, claro, la diferencia está en que ahora no lo hará un régimen de un país independiente y soberano, ¡no!. Ahora, la reconstrucción y cura de enfermedades estará a cargo de las corporaciones norteamericanas las cuales disfrutarán de los presupuestos para hacerlo obteniendo jugosas ganancias por ello. El objetivo es que los ingresos obtenidos por la venta del petróleo iraquí paguen esos presupuestos.
Para que lo anterior pueda ser posible, sólo es necesario el control total de las regiones petrolíferas de la nación árabe. Estas, se encuentran tanto al norte como al sur del país y como vemos, no sería necesario ni siquiera derrocar a Sadam Hussein para poder disponer de la infraestructura petrolera.
Ahora bien, dado que la resistencia del ejército iraquí ha sido férrea y feroz; dado que a ella se le han sumado las milicias populares, el pueblo armado y desarmado, los suicidas dispuestos a canjear su vida por la de varios integrantes de los ejércitos invasores; dado que tanto Francia como Rusia al parecer intervienen para defender sus propios intereses estratégicos en la zona; dado que las naciones árabes enfrentan cada día un mayor desequilibrio por el conflicto; dado que el costo de la guerra puede resultar catastrófico, entonces no sería nada extraño, que los Estados Unidos y la Gran Bretaña decidiesen en un momento dado, acorralar a Bagdad en un cerco largo y sostenido, mientras pudiesen controlar tanto el sur como el norte de Iraq, y empezar la explotación petrolera y la reconstrucción de la zona. Bien mirado, resultaría hasta más conveniente que lo que se reconstruye hoy, tuviera que volver a reconstruirse mañana, por los ataques de algunos ?focos de resistencia?. El negocio para las corporaciones estadounidenses resultaría fabuloso.
Y es que la toma de Bagdad amenaza con resultar escandalosa, no sólo por las víctimas que sin duda acarreará a los soldados de la coalición, sino por qué para poder triunfar será necesario matar a cientos de miles de ciudadanos y soldados. La toma de Bagdad y la derrota total del ejército iraquí amenaza ya con convertirse en algo similar a la guerra civil española, cuyo saldo en vidas perdidas se acercó al millón de muertes.
La estrategia de las tropas de Sadam está diseñada, nos dicen ahora, por asesores ex. Soviéticos, muy adiestrados en estas técnicas del ataque guerrillero y la resistencia popular. Los problemas y la mayor cantidad de bajas, las sufrirán los ejércitos aliados cuando ocupen precisamente Bagdad. Entrar primero no les resultará fácil, pero mantenerse ahí y controlar totalmente la capital les costará muy caro. Lo saben y por ello afinan sus estrategias. Por una parte empiezan a utilizar armas prohibidas (recuerdan Vietnam) para causar un verdadero terror entre la población civil, tratan de desmoralizar al pueblo que resiste en una vana esperanza de que decidan simplemente rendirse. Por otra parte, festejan la toma del aeropuerto de Bagdad como si este punto tuviese alguna ventaja estratégica para un ejército sin aviación como es el iraquí. En esas condiciones tomar un aeropuerto y señalarlo como objetivo estratégico vital, solo significa la imposibilidad de que los iraquíes pudiesen tener un puente aéreo que les abasteciese de armas y alimentos para resistir.
La estrategia norteamericana está igualmente clara. Bombardear indiscriminadamente a la población civil con bombas de racimo, a las que se podrían añadir armas químicas y nucleares tácticas, mientras cercan la ciudad. Mientras tanto, terminar con el control del sur y el norte del país para poder ya disponer del petróleo y empezar la reconstrucción. Por lo demás, se han cansado de acusar al régimen de Iraq de tener las armas químicas, bien podrían usarlas y decir que fue el otro quien lo hizo. ¿No sucedió así con los primeros misiles lanzados sobre mercados y zonas residenciales?.
Después de todo, el pueblo norteamericano se enterará muy tarde de la verdad, mientras tanto bien puede continuarse con la censura de la información y el masivo engaño de un pueblo que se cree libertador, cuando sus ejércitos se comportan como verdaderos asesinos.
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