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Crónicas de guerra: La ironía

POR ALFONSO LUQUÍN CALVO

La guerra en Iraq ha terminado. Al menos así nos lo quieren hacer creer los fascistas disfrazados de libertadores. Con la toma de Tikrit, último bastión iraquí, se consuma la ocupación del país árabe. En efecto, si por la guerra entendemos el dantesco espectáculo de los misiles y bombardeos indiscriminados, las imágenes de sus víctimas, el avance de la infantería, etc., efectivamente, debemos estar de acuerdo en que el conflicto bélico ha culminado.

Aceptando que sea así, entonces ha sido uno de los ridículos más estrepitosos a los que se haya enfrentado el ejército y la inteligencia norteamericana en todos los tiempos, superior incluso a la persecución del otrora terrorista más buscado: Osama Bin Laden. Diga usted si no es así, la guerra cuyos fines eran el desarme obligado del régimen iraquí, poseedor de armas de destrucción masiva, el asesinato de Sadam Hussein y toda su estirpe, así como el fin del patrocinio a los actos suicidas que se perpetúan en Israel, ha costado cerca de 80 mil millones de dólares y no se ha conseguido ninguno de los objetivos declarados. Resulta que no existían armas de destrucción masiva, resulta también que al parecer Sadam está vivo, y si no fuera así, su imagen estará siendo usada por parte de la resistencia suní a la ocupación norteamericana.

Ahora nos dicen que estas personas acumularon enormes fortunas cuyo paradero es desconocido. Así las cosas, la futura resistencia iraquí tiene con qué financiarse, es sólo cuestión de tiempo para que las bases del partido Baas se reorganicen, dentro y fuera del país, y actúen en forma coordinada en contra del invasor.

El negocio que perseguían unas cuantas firmas relacionadas directamente con el pentágono, es ahora evidente y descarado. Pero las cosas no les resultan fáciles. Un nuevo problema se suma a las necesidades de ayuda humanitaria gratuita que tantos dolores de cabeza les deparan a los norteamericanos. Ese problema es el de la deuda externa iraquí. Ahora resulta que el gobierno de Hussein había acumulado deudas por casi 130 mil millones de dólares. ¿Renunciarán los acreedores al cobro del servicio y el vencimiento de partes de capital de esa deuda? Por supuesto que no. Así, los ingresos que se obtengan de la venta del petróleo iraquí se ven sensiblemente reducidos por los gastos que hay que descontar para reanudar los programas de petróleo por alimentos de las Naciones Unidas, y pagar los abonos de la deuda externa. El único fruto hasta ahora conocido es el contrato a una firma californiana para reconstruir las residencias de quienes han de ser, según los gringos, los nuevos gobernantes de Iraq. Se trata de un contrato que no sobrepasa los 700 millones de dólares. Basta con obtener una razón sencilla entre lo que ha costado la guerra y seguirá costando la ocupación, con el monto de los negocios que arroja. El pueblo norteamericano ha salido perdiendo, y no es poco lo que ha perdido.

En el terreno político, ellos, los que se autoproclamaban liberadores, reciben ahora la petición de todas las naciones árabes en su conjunto para que deje de atacar a Siria y salga de Iraq. Los líderes chiítas, una vez depuesto Sadam, van por lo suyo, exigen la retirada de las tropas invasoras; denuncian la presencia de los ejércitos de la coalición como lo que son: un ejército de ocupación. Sus líderes principales no participan en la farsa organizada por el gobierno norteamericano para formar un gobierno títere, llaman ahora a la formación de la República Islámica de Iraq.

Las manifestaciones realizadas en Mosul primero, y luego en Bagdad, hacen recordar aquellas manifestaciones que culminaron con la caída del Cha y la formación del primer estado islámico en Irán. Los Kurdos en el Norte cooperan del todo, por ahora, con los norteamericanos, pero los usan. En efecto, mientras las tropas norteamericanas ocupen el norte de Iraq, el ejército turco no puede impedir que tomen posiciones clave y se posicionen políticamente para lo que será su lucha en un futuro que ellos visualizan cercano, la consolidación de una zona de autonomía kurda, y si se distraen tantito, la formación de un nuevo estado kurdo.

Qué ironía, a la vuelta de unos meses, o años quizás, el único líder que pueda vencer la resistencia chiíta y kurda será......... Sadam Hussein. No cabe duda que la Historia cansada de crear se repite, y no resulta nada remoto que dentro de un tiempo, la situación vuelva a ser la misma de hace veinticinco años. Hoy se ve ya claro que la única forma en que un gobierno pro yanqui pueda sostenerse en Iraq, es con la ocupación militar del país por parte del ejército norteamericano. Como lo advertimos al principio del conflicto, el problema no era impedir que los norteamericanos entraran en el país, eso resultaba inevitable, el gran problema es que ahora no se podrán salir. El costo de la ocupación se irá convirtiendo poco a poco, en una pesada carga para el erario estadounidense, al cual se sumará el costo de la ocupación en Afganistán.

Si alguien pensaba que la economía norteamericana se reanimaría con la guerra, ahí están los datos sobre la producción manufacturera y el desempleo al mes de marzo en la Unión Americana. En lo que va del año, la primera bajo a su nivel más bajo y el segundo se elevó a su nivel más alto.

Las armas han ganado la guerra. Los políticos perderán la paz.

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