Agencias
MÉXICO, DF.- En la década de los años cincuenta los astrónomos descubrieron una multitud de objetos en el firmamento que emitían grandes cantidades de radiación. Estas ondas provenían de un objeto compacto, puntual, como una estrella.
Pero este objeto tenía cantidades relativas de luz roja, azul y violeta que no mostraban otras estrellas conocidas; en particular un exceso de luz violeta. Los astrónomos estaban confundidos y realmente intrigados, ya que dentro de las propiedades químicas de cada elemento, existe el espectro (patrón característico de líneas oscuras o luminosas, correspondientes a absorción o emisión de luz, determinado por la estructura atómica de cada elemento) y en esta situación no pudieron identificar ni una sola línea del espectro.
Las dudas y complicaciones que rodeaban al descubrimiento se fueron haciendo más grandes, ¿estaba constituida esta estrella por elementos químicos desconocidos?.
Conforme se fue descubriendo sobre estos objetos, se encontró con que emitían ondas de radio o de rayos X, o de rayos gamma. Así surgió el término radiofuente cuasi-estelar (fuentes de ondas de radio casi estelares). Este nombre se convirtió en el de cuasar.
La mayoría de estos objetos emiten una energía equivalente a varios billones de veces la que emite el sol, o sea unas diez veces más que toda nuestra galaxia, la Vía Láctea, llegando en muchos casos a superar a las galaxias más brillantes.
Pero el descubrimiento de estos cuerpos celestes fue el inicio de una serie de hallazgos que condujeron a la mayor comprensión del Universo. Además como referencia la autora comenta: ?La observación y estudio de los cuásares es una de las actividades más fascinantes en el campo de la astrofísica así como una fuente inagotable de sorpresas?.
Al leer el libro Cuásares. En los Confines del Universo, uno puede ir junto con los investigadores descubriendo (con dudas y confusiones) las características de estas ?casi estrellas?; y es que la minuciosa labor de la investigadora Déborah Dultzin al narrar los descubrimientos astrológicos de mitad del siglo XX no olvida ningún detalle de los hechos.
Una de las afirmaciones que deja en claro la autora es: ?los astrónomos se pueden considerar como los mejores detectives del mundo, pues para estudiar el Universo cuentan con una sola pista: La luz?. Y viendo las complicaciones para poder comprender y analizar los cuerpos celestes, uno reafirma esta tesis.
Cuásares. En los confines del Universo de Déborah Dultzin forma parte de la colección La Ciencia para Todos del Fondo de Cultura Económica. El libro es una puerta abierta al proceso de investigación y descubrimiento del Universo.