El mensaje del presidente de los Estados Unidos fue muy claro: Saddam Hussien tiene cuarenta y ocho horas para abandonar Iraq junto con su familia, transcurridas las cuales, si esa retirada no se produce, las fuerzas estadounidenses y sus aliados atacarán a ese país en lo que se espera que sea una guerra corta, pues no se discute ya si habrá acciones bélicas o no, sino que la duda se centra ahora sobre el tiempo en que durará la guerra.
La respuesta de Hussein no se hizo esperar y ésta fue en el sentido de que el dictador iraquí no dejará el poder y se prepara igualmente para resistir los ataques norteamericanos, que seguramente ahora, a diferencia del noventa y uno, se recrudecerán de manera tal que las fuerzas de EU no dejarán de atacar hasta que hayan derrocado al régimen de Saddam, pues queda claro que la intención de Bush no esta encaminada a desarmar a aquél, sino a su derrocamiento a fin de que se establezca un régimen “democrático”, a juicio de la Casa Blanca.
En una de las encrucijadas más delicadas de la última década, el gobierno mexicano, por voz del presidente Vicente Fox, reiteró su política pacifista y llamó a la unidad de todos los mexicanos ante la inminencia de la guerra. Pero en el ámbito internacional, el mensaje de Fox más pareció un mensaje navideño que uno en que nuestro país fijaba su postura ante lo que podría ser el comienzo de una conflagración mundial de impredecibles consecuencias para México.
El secretario de la Organización de Naciones Unidas, Kofi Annan, se mostró desolado ante el fracaso de esta organización para darle al conflicto una salida negociada; y si bien se podría decir que la secretaría a su cargo hizo todo cuanto pudo por evitar la guerra, lo cierto es que los EU actuarán al margen de la ONU y ello se traducirá en un fracaso que pone en riesgo la supervivencia de la organización ante su inutilidad para cumplir con uno de sus propósitos fundamentales, que es el de mantener la paz y la concordia entre todas las naciones del orbe.