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Cultura megapolémica

2003, un año de pocos avances en la materia y muchas inconformidades

SUN-AEE

MÉXICO, DF.- Termina un año de “mega” polémica por la insistencia del gobierno federal de edificar, aun contra todas las críticas, una enorme biblioteca que costará 100 millones de dólares.

A lo anterior, se unen las movilizaciones por parte de intelectuales y artistas que se niegan a permitir que los libros sean gravados con Impuesto al Valor Agregado (IVA); de coqueteos entre el clero católico y el Estado, con la pretensión de cederle al primero el recinto del antiguo Palacio del Arzobispado; y del naufragio de un proyecto de política cultural en la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Para recordar, dar contexto y ofrecer información que refresque la situación de los diversos temas que provocaron controversia en 2003, esta sección presenta la primera de dos partes de un trabajo que ofrece un recuento de los asuntos más polémicos en materia cultural.

Contra el IVA

Apenas iniciaba el presente año, cuando socios de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) discutían sobre las estrategias colectivas que emprenderían en contra de la medida que los obligaba a pagar el IVA. El amparo fue el primer recurso que emplearon los afectados.

Resulta que en diciembre de 2002, la Cámara de Diputados aprobó la medida de gravar con IVA a las revistas, cuyo contenido no fuera cultural, científico o de análisis político, económico o social.

El decreto establecía que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) determinarían a qué publicaciones se les permitiría recuperar el impuesto pagado mediante la comprobación de gastos por insumos de producción.

Ante esta situación, a principios de enero algunos de los editores más importantes de nuestro país se prepararon para interponer amparos y enviaron una carta abierta a la opinión pública, al presidente Vicente Fox, al secretario de Educación Pública, Reyes Tamez Guerra, a Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda y Crédito Público, y a los legisladores que aprobaron esta medida.

Gracias a las movilizaciones de los intelectuales y editores, el 30 de enero se publicó en el Diario Oficial de la Federación que se establecerían subsidios compensatorios a editores e importadores de revistas por concepto del IVA. Ahora, después de aprobada la Miscelánea Fiscal de 2004, las revistas gozan nuevamente de la tasa cero de IVA.

A inicios de noviembre de este año se registró el tercer intento del gobierno del presidente Vicente Fox por gravar con diez por ciento de IVA a libros, revistas y periódicos, esta vez planteado en el paquete fiscal para 2004. Finalmente la intención no prosperó y el mandatario debió quedarse de nuevo con las ganas de gravar las publicaciones, empezando por los libros.

Coqueteo Estado-Iglesia

En diciembre del año pasado, el arquitecto Jaime Ortiz Lajous, abrió una cajita que sería casi como la de Pandora. Después se confirmó el rumor: El antiguo Palacio del Arzobispado -primer inmueble secularizado por Benito Juárez a raíz de las Leyes de Reforma- sería devuelto a la Iglesia Católica.

La propia Juana Inés Abreu, en ese entonces directora general de Promoción Cultural y Acervo Patrimonial de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), informó que el propio titular de la dependencia, Gil Díaz, le comunicó que no había marcha atrás y que sólo era cuestión de tiempo. Casi dos meses más tarde, misteriosamente, Abreu decidió jubilarse, luego de 26 años de trabajo.

Los dichos daban cuenta de que el edificio de Moneda Cuatro, en el Centro Histórico, donde se ubica el Museo de la SHCP, pasaría a ser administrado por la Iglesia Católica para crear un Museo de Arte Sacro. El máximo jerarca de la Iglesia Católica, el cardenal Norberto Rivera Carrera, confirmó la existencia de ese proyecto, sin embargo aclaró que desconocía si se realizaría o no en el edificio del antiguo Palacio del Arzobispado.

Diversos sectores reaccionaron sobre el hecho de que el presunto retorno del inmueble violaría la Ley de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos, instaurada por Benito Juárez en 1857.

En la Cámara de Senadores, Dulce María Sauri Riancho y Sadot Sánchez Carreño presentaron una propuesta con punto de acuerdo, a propósito de la intención gubernamental de otorgar a particulares la administración del edificio.

Los senadores consideraban que el gobierno debía respetar la separación entre Iglesia y Estado establecida en la Constitución y solicitaban información a Conaculta y la Secretaría de Gobernación, así como a la Dirección General de Promoción Cultural y Acervo Patrimonial, cuyo nuevo director es el arquitecto José Ramón Sancristóbal.

En mayo, la Secretaría de Gobernación informó a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión que el antiguo Palacio del Arzobispado permanecería como Museo de la Secretaría de Hacienda, debido a que el Comité Ejecutivo del Centro Histórico de la Ciudad de México no entregó ningún proyecto de cómo se transformaría en Museo de Arte Sacro y de qué manera sería financiado. Esto, en respuesta a la solicitud que el propio comité realizó en octubre de 2001.

“Cueste lo que cueste”

Desde su anuncio, las críticas de varios sectores de la cultura se dejaron escuchar, pero eso no movió ni tantito los planes del gobierno federal para continuar con el proyecto de edificar una megabiblioteca que incorporara lo más novedoso de la ciencia y la tecnología.

Uno de los aspectos más controversiales, fueron los recursos que iba a requerir, ni más ni menos que 100 millones de dólares.

Otra de las críticas fue dirigida a que se trata de un proyecto sexenal que se convertiría en “elefante blanco”, pues intelectuales, artistas y público en general opinaron que lo mejor sería fortalecer las bibliotecas que ya tiene el país.

Fue una idea que nació polémica, pero siguió adelante y el 2003 se recordará como el año en que se consolidó, pues se constituyó un comité de 21 expertos para la creación y funcionamiento del recinto, se lanzó la convocatoria para su edificación y un grupo de expertos e intelectuales eligió un proyecto que, dicen, será terminado en 2006.

Se anunció que en los terrenos de la antigua estación de ferrocarriles de Buenavista, un espacio de alrededor de 40 mil metros cuadrados, se construirá el nuevo edificio de la Biblioteca de México José Vasconcelos. Sari Bermúdez, presidenta del Conaculta, dijo que se gastaría lo que fuera necesario para terminarla antes de finalizar 2006.

“Que la terminen apresuradamente es bueno, es mejor que no terminarla y que entre otro gobierno que piense que no es prioridad. Tenemos que dejar todo amarrado, es bueno que trabajemos rápido y que demos resultados. La administración federal tiene que dejar sus grandes instituciones que realmente sirvan a la ciudadanía, no se trata de un capricho”, justificó la funcionaria.

Pierde brújula política exterior

A mediados de enero, después de la llegada de Luis Ernesto Derbez a la Secretaría de Relaciones Exteriores, Gerardo Estrada, jefe de la Unidad de Asuntos Culturales, negaba saber si habría cambios en las agregadurías culturales de México en el extranjero; no obstante, afirmó que la intención era analizar qué es lo que funcionaba y qué lo que no funcionaba. El 15 de abril, Estrada renunció a su cargo.

En ese momento, privó un desconocimiento sobre cuál sería el futuro de los intelectuales que ingresaron al servicio exterior mexicano, en calidad de agregados culturales al inicio del sexenio.

Estrada lamentó no haber podido concluir los proyectos iniciados desde la gestión del ex canciller Castañeda. Jordi Soler también renunció el 30 de marzo a su puesto como agregado cultural en la Embajada de México en Irlanda.

El sucesor de Estrada, Porfirio Thierry Muñoz Ledo, quedó a cargo de la Dirección General de Cooperación Educativa y Cultural, fusionada con la Dirección General del Instituto México.

Más tarde, a inicios de noviembre, se anunció la salida de Porfirio Thierry Muñoz-Ledo, para irse como cónsul general en Boston. El 19 de noviembre llegó a la unidad Andrés Ordóñez, quien señaló que habría una redefinición del programa. Hoy se informó que Alejandro Aura dejará la dirección del Instituto México en Madrid, España.

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