Varsovia, (EFE).- Quince años ha necesitado el explorador polaco Henryk Wolski, de 52 años, para dar la vuelta al polo norte en velero, por etapas, una hazaña en la que además de sortear témpanos de hielo ha hecho frente a poderosos enemigos burocráticos.
"Cuando uno navega por otros mares sabe que sus adversarios son las olas y el viento. En las aguas atenazadas por el hielo lo más importante es que el casco resista la presión de los témpanos para que no se conviertan en el relleno de un sandwich mortal", relató Wolski, recién llegado a Polonia tras su viaje al polo norte.
La gran aventura comenzó en 1988, cuando Wolski, a bordo del yate "Colombine", hizo el recorrido de ida y vuelta de Fehmarn a la isla de Spitzberg y cruzó el círculo polar junto a la isla noruega de Vikingen.
Cinco años después, en 1993, a bordo del yate "Dagmar Aaen" y navegando desde la bahía de Sondre Stromfjord, en Groenlandia, llegó hasta el Estrecho de Bering y lo atravesó.
Nueve años más tarde, también en el "Dagmar Aaen", Wolski recorrió otro tramo más de su largo y dificilísimo itinerario polar, cruzando el llamado Paso Nororiental y navegando desde el puerto noruego más septentrional, Tromsoe, hasta el Estrecho de Bering.
Wolski recuerda que el viaje por esa ruta, aunque estaba llena de grandes campos de hielo, fue más fácil que la tramitación de todas los permisos que requerían las autoridades rusas.
"En la embajada rusa de Varsovia, donde comencé los trámites, me dijeron que necesitaba un permiso especial para poder navegar por las aguas que me interesaban, pero nadie estaba en condiciones de decirme quién podía darme la autorización", relató Wolski en una entrevista concedida al diario "Trybuna".
"Para tener un experto en asuntos rusos incorporamos a nuestra tripulación a un ruso que nos resolvió muchísimos problemas, pero no pudo evitar que la burocracia nos hiciese perder muchos de los nueve años que pasaron desde la etapa anterior de nuestro periplo", añadió Wolski.
Para el explorador polaco una de las experiencias más maravillosas de su navegación por los mares polares fueron los contactos que tuvo con los esquimales.
"Como son estupendos, muy cariñosos y hospitalarios, cierto día invitamos a un grupo de ellos a visitar el yate y con asombro vimos que, con caras de incredulidad, no paraban de dar golpes con sus botas a la cubierta del velero".
Cuando los marineros europeos les preguntaron qué hacía, los esquimales respondieron que no entendían cómo se había podido, reunir tanta madera en un sitio.
Para los esquimales, la madera es uno de los mayores tesoros, porque en las tierras que habitan los árboles no crecen.
La última etapa del viaje alrededor del polo norte comprendió el tramo que separa la localidad noruega de Namsos y la groenlandesa de Sondre Stromfjord.
"A bordo del yate 'Espectro IV' cruzamos el círculo polar nuevamente junto a la isla de Vikingen, exactamente diez años después de haber atravesado por primera vez la misma línea", concluyó Wolski.
Durante los quince años que duró la aventura, Wolski pasó al menos nueve entre los hielos del los archipiélagos del norte de Canadá y los campos de témpanos de la aguas que bañan el norte de Siberia, navegando por mares que integran el Atlántico y el Pacífico.
El capitán Henryk Wolski opina que el polo solo es un punto geográfico y, por consiguiente, no necesita que se le enganchen ideologías.
"Su exploración me ha dado extraordinarias sensaciones y grandes oportunidades para conocer gente y trabar nuevas amistades y precisamente por eso, a finales de noviembre zarparé hacia una nueva aventura, la circunvalación del polo sur", concluyó el explorador polaco.