Algunos jerarcas católicos, entre los que destacan los obispos de Querétaro, Acapulco y Tlaxcala, han sido denunciados por diversos partidos políticos por estar violando la Constitución e inmiscuyéndose en asuntos electorales al incitar a los feligreses a que no voten por aquellos partidos que están a favor del aborto, al tiempo que dieron a conocer un catálogo de los “pecados” electorales en los que pueden incurrir aquellos católicos que se abstengan o realicen determinadas conductas que tienen que ver con la materia electoral.
La fracción e), del artículo 130 constitucional claramente establece que: “Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna”; de manera que ante esta prohibición no hay interpretación posible ni excusa que justifique la violación en la que han incurrido quienes sin respeto a la Norma Fundamental ni a su propia grey, abiertamente se inmiscuyen en asuntos que no les competen.
Pero además, si recurren al texto de los Evangelios podrán recordar que el propio Jesús estableció de manera clara y tajante la diferencia que debe privar entre las cuestiones del Estado y las religiosas, al pronunciar la conocida sentencia de: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. En ese sentido los ministros de cualquier culto deben abstenerse de hacer pronunciamientos como los señalados y concretarse a ejercer el derecho de voto que recientemente se les concedió.
Por otra parte, las autoridades gubernamentales deben realizar las investigaciones que sean pertinentes y de resultar, como parece, responsabilidad por la que deban responder algunos jerarcas católicos, deben aplicar las sanciones que sean pertinentes. Pues no obstante que el pueblo de México es mayoritariamente católico, es bien sabido que la inmensa mayoría de él desea que se mantenga la separación entre las iglesias y el Estado, no concediendo más derechos que los que están ya establecidos en la Constitución general.