Hace unos días supe la nueva noticia desesperanzadora: ya preparan la nueva versión de la pornográfica serie “Big Brother”, que según los anuncios televisados y la abrumadora publicidad que le hacen, estará empeorada y aumentada, conteniendo mayor cantidad de estímulo para la brutalidad en temas de sexualidad desvirtuada y ruptura generacional. Así de simple.
Traté de no participar en la promoción de la edición anterior, siguiendo el consejo de algunos amigos comunicólogos que me explicaron la base de la divulgación publicitaria a partir de comentar su contenido y el morbo que despertamos al hacerlo; sin embargo ahora quiero desoír esos argumentos para tratar de motivarlo a Usted a encontrar formas de protegerse, junto a su familia, de la próxima invasión libertina que sufriremos en el hogar, en nuestros valores ético morales, en las creencias de lo que debe ser la educación para los hijos y la influencia para el cambio, que sin duda tendrán los jóvenes, en sus propios patrones de conducta y comportamiento social.
Las leyes de comunicación, ésas que los mismos productores de pornografía televisada no han permitido que se modifiquen de fondo porque afectan sus intereses, no contemplan formas de regular, moderar o detenerla y en ella escudan su manipulación de la palabra libertad, a la que transforman mostrando su libertinaje.
El abuso del derecho a la libertad ha sido un hecho repetido a través de la historia, con la constante justificación basada en el alto costo humano que hemos pagado por obtenerla.
El concepto de libertad fue la inspiración de movimientos sociales revolucionarios de trascendencia para el modernismo de la humanidad, como por ejemplo la Revolución Francesa de 1789, los diferentes movimientos que se dieron desde 1834, orientados a la abolición de la esclavitud y el colonialismo británico y las luchas de las minorías políticas, económicas y sociales que se han dado desde la aparición del liberalismo. No lo agoto mencionando los hechos nacionales mexicanos.
Esta palabra “libertad” ha significado sacrificios, esfuerzos, entrega de bienes y vidas humanas y otras muchas renunciaciones, de tal suerte que es el escudo ideal para movimientos que buscan alcanzar objetivos de minorías, incluidos los económicos, justificados por sí mismos, en el propio valor del dinero. Quienes la mal usan olvidan que la “libertad” es el producto de un comportamiento responsable; de otro modo, se llama “libertinaje”.
Para el caso, la transmisión de pornografía televisada, que por curiosidad y hasta ignorancia atrae a las mayorías de televidentes embelesados al observar usos y costumbres de personas que renunciaron por promesas y dinero a su dignidad, individualidad y privacidad, dan el soporte ideal para someternos al bombardeo de mensajes e imágenes de productos que no necesitamos y que habremos de comprar por simple convencimiento publicitario, abusando y confundiendo intencionalmente los términos libertad y libertinaje para conseguir ganancias millonarias y en dólares.
Dice Erich Fromm, en su libro “El miedo a la libertad” que “además, especialmente para aquellos que aman la libertad, es arduo darse cuenta de su lado negativo de la carga que ella impone al hombre. Como la lucha por la libertad durante la época moderna, toda la atención se dirigió a combatir las viejas formas de autoridad y de limitación, era natural que se pensara que cuanto más se eliminaran estos lazos tradicionales, tanto más se ganaría en libertad”. Los dueños de las televisoras que promueven este espectáculo conocen de la referencia bibliográfica, sin duda alguna, y el conocimiento lo utilizan para atender sus intereses.
El derecho a la libertad es inalienable, humano; producto de la evolución de las sociedades que han luchado por tenerla en el pensar, decidir y hacer. Hemos luchado como especie por defender y conservar la libertad de creencias religiosas, hasta la de no creer; pagado con sangre (literalmente) la libertad de pensamiento, hasta el que tenemos de negarnos a reflexionar de fondo; continuamos trabajando para alcanzar la verdadera libertad política y poder elegir gobernantes y sistemas, hasta equivocarnos al hacer nuestra elección electoral y otorgar el voto a las personas equivocadas.
Pero también debemos entender que la libertad se pierde con el libertinaje, cuando quien la ejerce rompe las reglas de respeto al derecho de los demás, a sus creencias, a sus principios.
Utilizar los conocimientos para cuestiones de publicidad y mercadotecnia soportados en el saber de la constitución de la condición humana es uno de los más graves abusos al derecho individual y a la libertad de las personas, particularmente cuando existe la alevosía y la ventaja con el manejo de la ciencia y la técnica de la comunicación, que se emplea aplicándola a los que menos saben. Un agravante más es hacerlo simplemente por ganar dinero.
El abuso del poder de la fuerza política, económica, social, o del conocimiento, es una grave falta moral.
La serie del “Big Brother”, “el hermano mayor”, el que enseña al menor y lo idiotiza, que abusa de él, le es desleal y lo corrompe, que está amparado en la ley de los hombres a sabiendas que no es de igual manejo que el respeto a la ley moral, ya que sólo a la primera la sancionan las leyes, en tanto que a la segunda la limitan los valores sociales y culturales, que no contemplan acciones punitivas, simplemente no es un acto humano valedero.
Promovidos por la fuerza de las televisoras y sus capacidades de violentar derechos, este tipo de programas se dedican a burlar normas sociales rompiendo con los principios de ética y moral tradicionales, dejando establecidas modas, usos y costumbres que desvirtúan el desarrollo social y humano. Protegidos por el argumento legal y manipulación intelectual alcanzarán sus objetivos: vender productos anunciados en ese tiempo y generar ganancias para su empresa, apoyados en la ineficiencia de las autoridades políticas y sociales, de una comunidad donde vivimos manipulados con el temor, adormecidos por la inconciencia y motivados al consumismo.
¿Le parece fuerte este Diálogo?; ojalá que así sea, lo suficiente como para motivarlo a actuar. Lo invito a que piense las maneras en que Usted puede protegerse de la anunciada invasión a su hogar.