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De La Vida Misma / Dos enfermos

Miguel A. Ruelas

Uno de ellos amanece con más achaques de los que en realidad padece.

Cuando se acercan sus familiares a preguntarle cómo despertó, empieza a quejarse de todo y a decir que le duele aquí, allá y más allá.

Quiere hablarle lo más temprano a su médico, y los mismos familiares lo convencen de que espere, pues no presenta síntomas graves.

Pero él se aferra y quiere un teléfono cerca para hablar él mismo.

Le llevan sus primeros alimentos y no los quiere. Le pone peros al jugo, a la fruta y al mismo vaso de agua. Todo está mal, todo sabe mal.

Se acercan otros familiares a saludarlo y en lugar de contestarles el saludo les gruñe.

Su cara ya no es de un enfermo, sino de una persona sumamente molesta.

El más prudente de la casa aconseja a los demás tener paciencia, mucha paciencia.

No lejos de ahí, en otra vivienda, hay otro enfermo.

Quizá sus males no mejoren mucho, pero despierta con un optimismo envidiable.

Su primer pensamiento es causar las menores molestias a los suyos.

Él mismo trata de ponerse de pie, de ir al baño, de asearse.

Muchas veces cuando entran sus familiares, ya está bañadito, rasuradito, y cambiadito.

La misma habitación huele a limpio, ni pareciera que ahí está un enfermo.

El médico no espera que lo llamen. Le gusta ese paciente, estima a ese enfermo porque a él mismo lo anima a cumplir mejor su difícil tarea.

Y es el mismo enfermo el que pregunta por los demás. Está atento de todos, y cuando puede se da tiempo para escribirle alguna carta a un ser querido.

Platicando con un médico sobre ambos casos nos dice:

“Mucho de lo que somos y lo que hacemos está en nuestra mente, cuando nos ayudamos con ella podemos aligerar las cargas más pesadas y hasta las mismas enfermedades son más llevaderas. Los optimistas, los positivos tienen más campo para triunfar donde quiera, incluso en los mismos padecimientos. En cambio los pesimistas no cooperan, todo está mal”.

Y pensamos. Ojalá que un día, Dios no lo quiera, estemos en cama enfermitos, seamos del grupo del segundo de los enfermitos que aquí describimos. Nos ayudaremos y seremos menos latosos con los demás.

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