Los habitantes de las comunidades cercanas todavía hace unos 25 años lo llamaban como “El Solitario del Teira”.
Unos dicen que fue sólo una leyenda, otros que sí vivió en lo alto de una montaña.
Y precisamente, hace poco más de un cuarto de siglo que fuimos a investigar sobre tan enigmático personaje.
Todavía se viajaba en tren e hicimos el viaje hasta Camacho, Zac. Ahí descendimos y un camión de carga que iba a San Juan de Guadalupe, Dgo., se ofreció a llevarnos a Tasajera. El conductor nos aseguró que de ahí, a pie, podríamos llegar fácilmente a las faldas del famoso Pico.
Era temprano, apenas pasaba el mediodía y emprendimos el ascenso.
Subíamos y el tiempo pasaba volando. Cuando acordamos era ya de noche y no alcanzábamos la cumbre.
El grupo que nos acompañaba decidió no avanzar más y buscar un hueco entre las rocas para pasar la noche.
Faltos de equipo para esos menesteres, pasamos una noche fresca, pero casi al amanecer el frío arreció y fue una bendición ver al fin las primeras luces del día.
Pudimos llegar así a la explanada donde dicen vivió “El Solitario del Teira”. No quedaba nada. Sólo una vieja cruz se encontraba en algún lugar no sabiendo quién la dejó ahí.
Pero en todos los que llegamos al lugar, entró en acción la imaginación.
¿Quién prefiere la soledad?
¿Cuánto impacta el estar solo en lo alto de una montaña?
¿Habrá hoy día quién prefiera vivir solo que en medio de los demás?
Cierta vez un sacerdote dijo que lo más impactante en su vida era la noche, cuando cerraba la puerta de su dormitorio y se quedaba en la soledad.
¿Existió “El Solitario del Teira”?
Aquí en la Comarca Lagunera, especialmente en Gómez Palacio hay personas que dicen que el tema no fue una leyenda, sino que sí existió un hombre que buscó la paz de la soledad para encontrar a Dios.
Otros dicen que ese hombre se cansó de las fragilidades de sus semejantes y prefirió la fortaleza de la fe en la quietud de la montaña.