abogados, ingenieros, arquitectos, etc.
La gran sorpresa de lo que será nuestra vida, hay que buscarla temprano.
Ya en la escuela primera mostramos facilidades para algo, por ahí se va expresando para lo que tenemos más aptitudes.
Quizá esta columna deberíamos dedicarla a los niños y jóvenes estudiantes.
Pero también a sus señores padres.
Para que ambos vayan encauzando, desde los primeros años, hacia dónde deben dirigirse los derroteros de los que se inician en el caminar por esta vida.
Temprano van asomando las cualidades de cada quien, y así, cuando se sale de la instrucción primaria y se llega a la secundaria ya hay una visión más amplia que se pule y magnifica cuando llegan los años de la instrucción preparatoria.
Y así, las aulas universitarias reciben jóvenes con vocación para médicos,
Es que cada día somos más y menos las oportunidades de empleo. Entonces debemos ayudar a formar profesionistas, técnicos, maestros, obreros o empleados con verdaderas aptitudes e interés por lo que harán.
Todos tenemos facilidades para algo, hay que entenderlo temprano.
Todos servimos para algo, es innegable, y si lo hacemos convencidos, con vocación, mejor serán las tareas.
La educación, decíamos la semana anterior, la debemos iniciar en el seno de la misma familia. En el pasado había padres de familia que se empecinaban en que sus hijos fueran sacerdotes, médicos, abogados, y en muchos casos no asomaron ni la vocación ni las aptitudes.
Hoy día tenemos muchos profesionistas haciendo otras tareas, incluso como cobradores o maestros sin capacidad.
Cada ser humano, al nacer, es una caja de sorpresas, trae sus propios signos y sus personalísimas cualidades, pero temprano hay que ayudarlos a seguir por el camino correcto. Después, con el paso del tiempo encontraremos no sólo muchísimos desempleados, sino también seres que dejaron pasar su existencia sin pena ni gloria, sin aportar algo, ni a su familia ni a su comunidad.