Tener el interés y el gusto por la lectura, es una de las dichas de este mundo.
Cuando desde la temprana edad se tiene no sólo la costumbre sino también el placer de leer, el panorama cultural de los lectores se va ampliando.
Y no sólo eso, sino que se van adquiriendo conocimientos que permiten estar más cerca de la realidad.
El leer el periódico, tener el hábito de hacerlo a diario, nos permite saber lo que ocurre en nuestro entorno, y esto se complementa maravillosamente con la lectura de libros.
Y todo ello nos permite incluso conocer cómo se escriben correctamente las palabras.
Hoy día, con tristeza vemos que muchos profesionistas no saben escribir bien, y no conocen las más elementales reglas ortográficas, todo porque nunca tuvieron interés por la lectura.
En nuestro para entonces apartado pueblo, EL SIGLO llegaba al atardecer, y era una agradable oportunidad de conocer cómo estaba todo en una comarca que prosperaba y que invitaba a formar parte de ella, y ahí estaban también las crónicas deportivas que narraban el paso de un equipo muy querido, el Unión Laguna.
Al día siguiente llegaba El Excélsior y de pequeños pensábamos que sólo había esos dos periódicos en el mundo porque ahí no llegaban otros.
Poco tiempos después, todavía en la temprana edad de nuestra vida nos tocó llegar a esta casa y formar parte de su familia.
Y aquí pudimos darle vuelo a nuestras inquietudes de saber, de aprender, de conocer muchas más cosas de nuestro maravilloso mundo.
Y hemos encontrado que leyendo un buen libro nos trasladamos al lugar a donde nos lleva el autor, y estamos ahí viviendo las peripecias, las emociones, y las alegrías y tristezas que narra.
Siempre hemos preferido la lectura de un buen libro al tiempo perdido frente al televisor.
Usted, que tiene en su hogar seres que inician su caminar por este mundo, ayúdelos a entrar en el maravilloso mundo de la lectura, se lo agradecerán siempre.