A ellos los recordaremos, no sólo hoy, que es su día, sino todos los demás de nuestra existencia.
Y es que dejaron un hueco tan grande, tan difícil de llenar.
No es cierto que haya resignación, ni conformidad por su ausencia, lo que pasa es que quienes poseen fe encuentran una especie de remanso en la oración y en el recuerdo.
Todos, en nuestra existencia hemos seguido caminando, pero dejando en el camino muchos seres queridos que en su momento tuvieron que partir, dejándonos con el alma destrozada.
Recordamos aquellos diez de mayo cuando de niños amanecíamos en la escuela para poder ir muy temprano a cantar Las Mañanitas a nuestras madrecitas. ¡Qué alegría!
Un día, de niños, nos encontramos con las frases de un poema que hablaba de la dicha tan grande que es tener a nuestro lado a mamá, y qué solo se queda el mundo cuando se va.
A pesar de la edad, el mensaje nos impactó.
Parecía imposible que los seres queridos se fueran, que nos dejaran, y tiene que ocurrir.
Nadie está preparado para tan grande acontecimiento.
Pasa el tiempo y crece la soledad.
Y se han ido de nuestro lado y del de usted que nos lee, muchos seres que añoramos.
Los creyentes encontramos una especie de paz, sólo una especie de ella , en la oración y en el recuerdo. En las cosas buenas que hicimos en vida con los que nos amaron.
Hoy que usted tiene a todos a su lado, valórelos, ámelos, entiéndalos, apóyelos y nunca los olvide. Mañana será tarde.