En esta época navideña, por los años cincuentas del siglo pasado, el ambiente que se vivía era muy especial.
Como éramos pocos, la cercanía se notaba más y nos sentíamos más unidos.
Se vivía de los frutos que dejaban los años de bonanza en la Comarca y esto lo reflejaban los mismos negocios que se multiplicaban mientras que otros crecían.
Y entre las familias se fortalecían los lazos de unión con la celebración de los tradicionales festejos que empezaban desde las reliquias del día ocho, el de la Purísima Concepción, seguían las fiestas el día doce con la Guadalupana y poquito después aparecían las posadas.
Era en estas posadas cuando uno entraba y salía de los lugares como Pedro por su casa.
Recordamos que la primera, grande, bien organizada y con muchos regalos a la que asistimos fue una que hacían los empleados de don Luciano Arriaga.
El compañerismo de todos eran formidable. Ahí andaba el patrón con su familia departiendo con los trabajadores.
Y aparecieron los artistas entre los mismos empleados, unos cantaban que parecían profesionales, otros bailaban y unos más declamaban.
A nosotros que fuimos invitados por uno de los mismos trabajadores nos trataron de maravilla. Años después por cubrir futbol tratamos ya a don Luciano y confirmamos su calidad humana pues era de los que nos abrían las puertas del Club Laguna junto con su compadre Armando Navarro Gascón, para que pudiéramos conocer cómo se organizaba un espectáculo que tanto llamaba la atención entre los comarcanos.
Por este tiempo, los que no teníamos recursos, acompañados de los que los tenían nos íbamos a ver aparadores por la avenida Hidalgo, sólo a mirar, como los chinitos.
Arreglaban el escaparate de las tiendas muy bonito y uno se extasiaba mirando y soñando con comprar esto o aquello. Pero había un aparador de una mueblería que se llamó El Siglo XX que se llevaba a todos los demás. Ahí se mostraban pequeñas figuritas con movimiento, ya una diminuta orquesta, ya un bailable, ya unas ranitas que se desplazaban por todos lados, en fin muchos pequeños personajes que parecían tener vida propia, y luego cambiaban los escenarios para alegría de todos los que ahí acudíamos.
Recordamos que ahí también se exhibían por octubre los premios que se darían a los ganadores de las primeras Vueltas Ciclistas que organizó EL SIGLO.
Siempre recordaremos ese famoso aparador, ¿pero, qué se hicieron sus muchas figuritas?