Preocupante.
Es realmente preocupante lo que ocurre en algunos horarios.
Mucho hemos preferido ni siquiera salir a la calle en ese tiempo.
Nos referimos a lo que ocurre por todas las calles de nuestras ciudades cerca de las ocho de la mañana.
Es el tiempo en que muchos entran a trabajar.
Pero también es el horario en que muchísimos padres de familia llevan a sus hijos a las escuelas.
En su gran mayoría van con el tiempo medidísimo.
No sólo les estorban los semáforos que en forma inoportuna prenden su luz roja cuando ellos, los conductores necesitan vía libre para llegar a tiempo, después que por mil causas se les hizo tarde.
Y si usted tiene la desgracia de estorbarles, cuidado.
Especialmente si es de las infanterías, o sea de los que tienen que caminar.
De pronto aparece un bólido y debe correr para salvar su vida o se lo llevan de corbata.
En las cercanías de las escuelas se han colocado agentes para ayudar en la circulación, y algo se ha aliviado el congestionamiento, pero los padres y madres de familia, por llegar tarde, siguen con la costumbre de estacionarse en segunda, tercera y hasta cuarta fila, importándole un comino el resto del tráfico.
Y los riesgos son generales. Lo son para los inocentes niños que van dentro de esos bólidos que conducen sus padres o los choferes de su padres. Lo son para los que se cruzan en el camino, lo son para el orden y la seguridad de todos.
Y lo peor de todo, es que dichos padres van dejando una cultura en sus hijos de llegar tarde siempre, de jugar contra el reloj que ya es equivalente a jugar a la ruleta rusa porque no sabe a donde lo van a llevar sus prisas.
Es tiempo de recapacitar. De darle su tiempo al tiempo, de planear un buen inicio de día levantándose un poquito más temprano y todo felices, contentos y seguros.