No vaya muy lejos, un ilícito cometido por funcionario público constituye un impedimento crítico para el desarrollo de sistemas de gestión urbana.
Prevenir la corrupción en consecuencia, ayuda a aumentar las rentas de las ciudades y el hecho de atacarla resulta un medio excelente para lograr las metas más altas de los dirigentes municipales pero, ¿de qué estamos hablando?.
Estamos simple y sencillamente hablando de CORRUPCIÓN como práctica nociva y perniciosa, que consiste en cobrar o recibir un precio, una dádiva, una prestación ilícita, por un servicio o por el uso de las facultades de un cargo público para promover fines ilícitos, en particular o en general, lo que genera ineficacia, injusticia y desigualdad.
La corrupción así descrita y los actos que la distinguen, difieren en magnitud y en tipo, los hay independientes, cuando algún funcionario o funcionarios tratan de aprovecharse de sus facultades, poderes o derechos en ocasiones monopolíticas para obtener sobornos, gracias o beneficios a título personal o familiar.
En cuantas ocasiones la CORRUPCIÓN se vuelve sistemática como juego sin reglas.
Este gustito de la CORRUPCIÓN no crea que es privilegio de uno que otro país, se da en todos, ricos y pobres pero eso sí, es más nocivo en los países escasos o limitados de recursos.
Ahora bien, ¿por qué es que hoy nos fijamos más en la CORRUPCIÓN?. Respuesta: entre otras cosas por el aumento en el comercio internacional, llámese globalización acompañada de la comunicación internacional, por lo que ahora las personas están más expuestas a más tentaciones económicas como nunca antes en el pasado: la publicidad y la mercadotecnia han creado nuevas demandas y/o exigencias y los salarios debilitados por la inflación han creado nuevas necesidades.
¿Cómo se combate?. Respuesta: formule usted toda una estrategia.
Cuando los funcionarios reciben escasos salarios sin que se recompense su desempeño y cuando las sanciones para los corruptos son raras y leves, podemos esperar que la CORRUPCIÓN prospere.
Analice a sangre fría métodos para reducir el poder monopolítico, limite y clarifique la discreción y aumente la transferencia, ya no se vaya por el simple método de poner dinero en el escritorio del funcionario como señuelo para ver si el pez pica el anzuelo, debe ser hoy algo más programado, evaluable, permanente y sistematizado.
Habrá que adoptar un código de conducta sencillo, fácil de entender por empleados públicos de todos lo niveles, la persona y el público en general y finalmente la ciudadanía puede ayudar y mucho en ésta campaña en muchas formas. Acordémonos que el enemigo más grande de la CORRUPCIÓN es la gente misma y los ciudadanos son parte maravillosa de información sobre donde se produce la CORRUPCIÓN con singular alegría.
Inicie encuestas sistemáticas entre clientes, grupos focales, líneas telefónicas de quejas, programas de radio o televisión, asociaciones de colonos, organismos de vigilancia ciudadana, participación de organismos profesionales privados y públicos y centros educativos. En resumidas cuentas busque la participación de Juan Pueblo, quien puede ser su mejor aliado.
Refuerce por último la conciencia de sus funcionarios (esa voz interior que siempre tenemos presente y que a muchos delata) y no digo más.
Piense asertivamente y acertará.