TORREÓN, COAH.- La poesía existe porque hay una necesidad emocional de expresar lo que uno lleva dentro, y Marianne Toussaint existe porque nació y creció entre versos y ritmos poéticos, y hasta la fecha sigue inmersa en este mágico lenguaje literario.
Para hacer la lectura de una de sus mejores obras, El Paisaje Era la Casa, la hija de Enriqueta Ochoa estuvo en el auditorio del Museo Regional de La Laguna la noche del miércoles, en el marco del Festival Internacional de las Artes 2003.
A pesar de lo que se podría pensar, dado que es hija de una de las poetisas más importantes que ha engendrado La Laguna, para Marianne no fue fácil dedicarse a este género.
“Tuve que recorrer el camino de ida y de vuelta; no es cierto que tienes la mesa puesta, porque te topas con que tienes que encontrar tu propia voz, estilo y temáticas, y esta dedicación por ser diferente me llevó mucho más tiempo que encontrar la vocación”.
Por rebeldía, Marianne confiesa que no quería escribir. “Yo quería ser bióloga, pero me di cuenta que ya había recibido un entrenamiento en el lenguaje poético, aprendido como un lenguaje materno, y que por ello tenía cierta facilidad”.
En Enriqueta Ochoa encontró todo el apoyo para dedicarse de lleno a la poesía, pero consciente de que una madre no puede ser imparcial, siempre ha buscado la crítica en otras esferas. “El mundo está afuera, entonces con quien me tengo que medir no es con mi mamá, sino conmigo misma y eso implica abrirse paso en el universo de los otros, en el que ella es una poeta muy importante”.
Con una vocación, un rumbo definido y el total apoyo de la familia, Marianne se enfrentaba a un desafío más, el de escribir poesía. “Aunque tengas la facilidad, el talento y la vocación para escribir, no es nada fácil la poesía; escribir versos cualquiera lo hace, pero la alta poesía no todos la escriben”.
Porque en su opinión, es un género que exige una total síntesis y una absoluta intensidad para poder entrañar la unidad de la vida, que además requiere de un ritmo musical, sin preocuparse tanto por la medición y las rimas.
Es un género que no podría pasar de moda, según dice, porque habla de lo más intenso dentro de la escritura, pero que por la rapidez que exige actualmente la vida cotidiana, enfrenta una situación similar al resto de los géneros literarios.
“La sociedad actualmente está en un vértigo por lo visual, hemos sido el siglo de la rapidez, de la velocidad, del impacto de las imágenes, entonces el cerebro humano está como condicionado a la inmediatez, a digerir las cosas muy fácilmente, y la poesía implica una introspección y un reencontrarse hacia dentro, que no te permite esa velocidad y esa imagen inmediata”.
No obstante, se mantiene a resguardo: “La poesía es, pese a todos, poesía y sigue siendo ella misma, existe porque hay una necesidad emocional y lingüística, y no por una necedad de adornar el lenguaje”.
Quizás sea esta última condición la que más desagrado provoca a Marianne: “Descalifico el lenguaje que entre comillas se dice poético y es solamente adornar lo que se puede decir de manera directa, esas son tonterías, ganas de perder el tiempo”.
El verdadero sentido de la poesía, afirma, está en cumplir la necesidad lingüística de expresar un sentimiento con un matiz distinto a todo lo que se ha dicho. “Para dar ese matiz individual se necesita hacer referencias muy comunes, los adornos sobran, los retorcimientos con el lenguaje no tienen mucho sentido, son juegos verbales, que a lo mejor se oyen bonito, pero eso no es poesía”.
Entre lo mejor
Si fue considerado por la crítica como uno de los diez mejores libros de 1996, es porque en él se concentra un trabajo minucioso y porque trató de ser fiel a una intensidad y a un proyecto literario, asegura Marianne Toussaint de El Paisaje Era la Casa.
En este texto, la poetisa trató de recuperar las sensaciones de la infancia, para desentrañar la emoción de la ausencia de la figura paterna, que se vuelve abrumadora y más importante que una presencia.
“Porque todos hemos tenido un padre o una ausencia paterna, una madre que se desborda amorosamente en uno, es una temática muy íntima pero que al mismo tiempo es de todos”, señala la autora.
El desierto es una imagen constante en esta creación, porque nació en la Comarca Lagunera y vivió durante algunos años de su infancia en Marruecos. “Hablo de la luz abrumadora y descarnada, la luz calcinante que es la de los desiertos, imagen que resulta indeleble para cualquier niño”.
Hay muchos recuerdos de Torreón en El Paisaje Era la Casa, que más que memorias se convierten en sensaciones primarias que aparecen cuando se es niño. “Cómo sabe una hojita que doblas y masticas, cómo huelen los árboles de noche o cómo huele el mar de día, todas estas sensaciones que cuando somos niños son más puras”.
No es un anecdotario infantil, sino que Marianne trató de rescatar todas estas sensaciones lo más fidedignamente posible, para que la gente recuerde con ella sus propias sensaciones.
MÁS QUE UNA HERENCIA
Marianne Toussaint cuenta con una amplia trayectoria en la poesía.
-Ha publicado los libros Esta Cuchilla Móvil, Un Viento Funde el Paisaje en el colectivo Caligrafías de Adriana, Murallas, El Paisaje Era la Casa y Provincias de la Noche en el colectivo Cordillera de Sombras.
-Fue incluida en el volumen Ensayistas de Tierra Adentro, con Apuntes Sobre la Poesía Erótica Escrita por Mujeres en México.
-Asimismo, ha editado artículos y reseñas en diversas publicaciones, y ha sido incluida en varias antologías de poesía y de ensayo.
-Actualmente, es asesora de proyectos de literatura en la Dirección de Vinculación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), participando como jurado en diversos concursos y revisando algunos trabajos.
-Lo que sigue en su carrera es reunir su obra poética publicada en una sola estructura, parecida a El Paisaje Era la Casa, a manera de un libro más formal dados sus 20 años en los géneros literarios.
-Pero no descarta aventurarse en géneros como el cuento y la novela.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón