Una vez ante un médico famoso llegose un hombre que mostraba una cierta tumefacción en la entrepierna. "-Así como me ve, doctor -dijo al facultativo- así ando siempre. Cualquier hombre me envidiaría este erguimiento permanente, pero la verdad es que la situación es muy molesta, y quiero ver qué puede usted hacer para ayudarme". Examinó el doctor la parte túmida, y al hacerlo notó que un diminuto insecto saltaba de ahí al piso. Al dejar el pequeño bicho aquella parte, de inmediato cedió la tumefacción. "-¡Gracias, doctor! -exclama agradecido el hombre-. ¿Cuánto le debo por haberme quitado esa molesta conmoción?". Responde el galeno: "-Si me ayuda a encontrar al insectito, no me debe nada"... En la pasada Navidad un individuo se vio en la necesidad de hacerle un regalo a su jefe. No quería gastar mucho, pues su empleador era persona poco grata. Cuando fue a la tienda vio un finísimo florero de cristal. Alguien lo había quebrado, y sus trozos estaban sobre el mostrador. Pidió al gerente que le vendiera los pedazos, y por ellos pagó una bicoca. Los iba a enviar -pensó- a su jefe por servicio de paquetería, y él creería que el florero se había roto en el camino. Pidió al de la tienda que le pusiera los pedazos en una caja y la mandó a su jefe. Pocos días después recibió una nota de éste. "Y gracias además -decía la nota- por haberse tomado la molestia de envolver cada pedazo separadamente"... El día de Reyes le dijo la señora a la joven criadita de la casa: "-Mary Thorn: te regalo este negligé. Me lo puse sólo una vez, y a mi marido no le gustó". "-Gracias, señito -responde la mucama-, pero la otra noche me lo puse yo también, y tampoco le gustó"... Decía una muchacha: "-Estoy viviendo un triángulo amoroso: yo estoy enamorado de mi novio, y él está enamorado de sí mismo"... Y cuando despertó, el dinosaurio todavía todavía todavía estaba ahí. Hay muertos sin sepultura que aún vagan por la República, fantasmas de un pasado que se niega a pasar. En España, a la muerte de Franco, los franquistas tuvieron el buen sentido de reconocer que su Caudillo estaba muerto. Los priistas de viejo cuño, sin embargo, no renuncian a sus mitologías, y las esgrimen para sacar la tripa de ese mal año que fue el año 2000. El abucheo que Javier Usabiaga recibió por parte de supuestos campesinos fue injusto a más de absurdo. Claro, no es la primera vez que alguien es abucheado por decir la verdad. "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará... encanijaros". La CNC es un resto, obsoleto y anacrónico ya, de aquel nefasto corporativismo que tanto daño hizo y sigue haciendo a la Nación. En el fondo sus líderes quieren mantener las caducas estructuras que a ellos les dieron chambas, dineros y poder, pero que sumieron al campo mexicano en el peor de los atrasos e hicieron del campesino un ser humano de segunda, privado de libertades esenciales y sujeto a la tutela perpetua del Estado. Debemos dejar atrás los restos hedentinosos de ese mito que fue la Reforma Agraria, y entrar de plano en la modernidad. Eso, obviamente, tiene un costo: la competencia obliga a un esfuerzo que en su primera parte consiste en el abandono de rutinas, una de las cuales, sobre todo en el caso de los líderes campesinos nacionales y locales, consiste en la rutina de no trabajar. Entre todos esos demagogos no juntan en toda su vida un turno de ocho horas de trabajo. Y son un shingo. En el choque entre el deseo de mantener oscuros privilegios y la intención de ir hacia adelante la razón la tiene el secretario Usabiaga, y el error está en los politicastros que del campo y de hacerlo producir saben lo que yo sé de las galaxias y de hacerlas que produzcan... FIN.