"... Quien cree que el PRI es un estorbo, no conoce que está parado sobre las instituciones formadas por el partido...". La frase es de Roberto Madrazo, y forma parte del discurso que pronunció en la reunión del Consejo Nacional priista. Algunas palabras son bivalentes. Su significación es doble, y por lo tanto ambigua. El término "parado" significa lo mismo estar de pie que estar detenido. Gracias a algunas de las instituciones nacidas del PRI los mexicanos hemos estado parados. Por causa de otras, en cambio, hemos estado parados. Quiero decir que algunas de esas instituciones beneficiaron al país, y otras, por el contrario, lo dañaron. Vivimos tiempos de maniqueísmo. Ni tirios ni troyanos son capaces de distinguir matices, y nadie está dispuesto a conceder ni iota. Para los panistas el PRI no hizo nada bien; para los priistas el PAN lo está haciendo todo mal. Ni un aserto ni el otro son verdad. Debemos reconocer la verdad aun en labios de nuestros enemigos; debemos reconocer el bien aunque nosotros no lo hayamos hecho. (También sería bueno dejar de fumar, caminar media hora diaria y rezar nuestras oraciones de la noche, pero ése ya es otro cantar). Sano ejercicio ético y político sería que el PRI considerara los cambios del mundo y de los tiempos y se adecuara a ellos en vez de juzgar inamovibles las instituciones por causa de las cuales los mexicanos hemos estado parados, en el sentido de haber estado detenidos. Urgen reformas a fondo en el campo, en lo energético y lo laboral, en las relaciones entre los Estados y la Federación. El PRI sigue aferrado a mitos y fórmulas caducas. Dejar atrás esas instituciones obsoletas no sólo ayudará a que el país se pare, en el sentido de estar de pie: también ayudará a que el PRI ya no esté parado, en el sentido de estar sin movimiento... Con la anterior peroración he cumplido mi deber de orientar la marcha de los asuntos nacionales. Satisfecha por hoy esa misión puedo narrar algunos chascarrillos que si bien no aportan mucho -lo reconozco- a la Cultura Occidental pueden servir al menos para lenificar el ánimo de algún lector tribulado por el cariz de las cuestiones públicas... La hormiguita le pidió al elefante que la pasara al otro lado del río. El paquidermo le concedió el favor. Terminada la travesía la hormiguita le dice al enorme animal con tenue voz que apenas se escuchaba: "-Gracias, buen elefante". "-¡Gracias mádere! -replica el proboscidio-. ¡A quitarse la ropita!"... Le dice Dulcilí a Libidiano: "-Dos cosas me gustan de ti: tu sentido del humor y tu sinceridad. ¿Cuáles son las dos cosas que te gustan más de mí?". Responde Libidiano: "-Estás sentada arriba de ellas"... El joven y apuesto boy scout llegó a la casa de Solsticia Sinpitier, madura célibe. Quería venderle unas galletas. La señorita Sinpitier lo condujo a su recámara. Le dijo que ahí tenía el dinero. Una vez en la alcoba le pregunta con sugestiva voz: "-Y dime, joven y apuesto boy scout: ¿ya hiciste tu buena obra del día?"... El ginecólogo le comunica con alegría a su paciente: "-¡Buenas noticias, señora! ¡Dígale a su esposo que va a ser papá!". "-No soy casada" -responde secamente la mujer. El doctor, tose, confuso. "-Bien -corrige-. Entonces infórmele a su pareja que va usted a ser mamá". "-No tengo pareja -vuelve a decir ella-. Soy virgen; jamás he tenido trato con varón". "-Ah, caray -vacila el facultativo-. Ya pasó la Navidad, pero si las cosas son como usted dice entonces tendremos que prepararnos para un segundo advenimiento de Nuestro Señor"... FIN.
