Dos marcianos descendieron de su platillo volador. Era de madrugada; en las calles de la ciudad no había gente. Pasaron los extraterrestres por una gasolinera. El que iba delante se planta frente a una de las bombas y le ordena con voz ronca y gutural: "-¡Condúceme ante tu jefe!". El otro marciano se acerca a su compañero y le dice al oído: "-No te metas con ese tipo. Es peligroso". "-¡Bah! -se burla el primero-. Es sólo un terrícola. Hará lo que yo le mande". Así diciendo le apunta a la bomba con su rifle de rayos y le ordena otra vez: "-¡Llévame con tu jefe". La bomba, claro, no responde. "-Déjalo en paz -vuelve a recomendar el otro marciano con temor-. Te digo que ese sujeto es peligroso". "-¡Conmigo se shinga!" -exclama su compañero empleando esa palabra altisonante del idioma marciano. Y así diciendo dispara un rayo contra la bomba de gasolina. ¡BRRROOOOOM! Se produce una explosión horrísona, los dos marcianos saltan por el aire y van a caer todos maltrechos unos cientos de metros más allá. "-Tenías razón -gime el marciano que había disparado-. ¿Cómo supiste que el individuo ése era peligroso?". Responde penosamente el otro: "-Alguien que se da tres vueltas al cuerpo con su ésa, y luego se la cuelga en la oreja, tiene que ser un tipo peligroso"... Voz respetada en el concierto de las naciones civilizadas, y en México también, es la de Guillermo Ortiz. Alejado de toda politiquería, el gobernador del Banco de México es hombre serio y consistente. Su sólida formación y su experiencia son dos títulos, entre otros muchos, que le dan aptitud para el desempeño de su cargo. Por eso cuando Guillermo Ortiz nos dice que este año será de incertidumbre yo tengo sólo un comentario a sus palabras. El comentario es éste: Gulp. Tal onomatopeya es expresión de temor, cuidado, miedo, desconfianza, recelo, sobresalto, inquietud, desasosiego, alarma y aprensión, si bien no necesariamente en ese orden. Mientras en otras agencias oficiales la demagogia campa por sus fueros, el Banco de México es una institución que sólo en los hechos finca sus prospectivas de trabajo. Yo no sé que son "prospectivas" -y menos qué es "trabajo"-, pero algo se me alcanza en el sentido de que las prospectivas han de ser cosa muy seria. Me azoro por lo tanto al escuchar las palabras del destacado banquero, y me pregunto si otra vez los espectros de la inflación y las devaluaciones nos acongojarán. Y va de cuento. Había un gringo que iba a comprar su fruta en la Merced. Todos los días un pelafustán le gritaba: "-¡Qué buenas nachas tienes, güero!". (Y en efecto, las tenía saltonas y abombadas). Esa grosera frase levantaba la risa de la gente, y el pobre gringo se apenaba mucho. Un cierto amigo mexicano le indicó el remedio: "-Cuando ese caón te grite: '¡Qué buenas nachas tienes!' tú contéstale: 'Me das miedo'. Con eso se acabará el problema". El estadounidense no entendió la relación entre el grito procaz que lo seguía y la respuesta que se le aconsejaba, pero decidió seguir el consejo. Al día siguiente llegó al mercado, y no tardó el barbaján en espetarle el saludo chocarrero: "-¡Qué buenas nachas tienes, güero!". Responde el gringo con gran severidad: "-Me asusta ousté, señor". Tiene razón Guillermo Ortiz: el panorama internacional se ve confuso, y nada claro se mira en el horizonte mexicano. Este año será de incertidumbre; así lo muestran los indicios. Por eso yo no soy indicio, porque no me gusta mostrar incertidumbre. Puedo decir, empero, que según se ven las cosas la economía nacional será peor que la del año pasado. Sírvanos de consuelo saber que seguramente la economía de este año será mejor que la del próximo... FIN.