Conoceréis la verdad, y la verdad os hará... mentarle la madre al que os la dice. La verdad, en efecto, jode mucho, y saberla es a veces doloroso. Por eso preferimos la mentira, generalmente más cómoda y amable. En ella puede uno vivir repantigado, como en muelle sillón acogedor. Pero de la mentira nada bueno dimana nunca sino más mentiras, pues una mentira necesita de otras para seguir viviendo. Siempre, no obstante, al final esplende la verdad, porque es señora terca que acaba siempre por llegar. Lo que de noche se hace de día aparece. Ahora bien: ¿a qué este exordio tan magnílocuo? Lo empleo para hacer el comentario de la iniciativa presentada por el PAN a fin de cambiarle el nombre oficial a nuestro país, cuyo despatarrado nombre mentiroso es uno que jamás usamos: Estados Unidos Mexicanos. Ese fingido nombre es ciertamente espúreo, y nos rebaja: es algo así como tener una barra y una estrella en nuestra bandera o escudo nacional. Porque resulta que tal nombre es servil imitación del United States of America de nuestros vecinos. Sólo que en ellos ese nombre corresponde a un hecho verdadero, el de las trece colonias que, separadas antes, se unieron luego para formar una nación. También refleja el nombre la existencia de Estados realmente soberanos que acordaron un pacto federal. De varios Estados los norteamericanos hicieron uno solo. Con nosotros la cosa fue al revés: de un solo Estado sacamos artificiosamente varios. Ellos unieron lo que estaba separado; nosotros separamos lo que estaba unido. Incurrimos en simulación, y de esa inicial mentira, que se manifestó en un nombre falso, "Estados Unidos Mexicanos", vinieron otras que agobian y son lastre de nuestra vida nacional, como esa del federalismo y la soberanía de los Estados, entelequia -o sea cosa irreal- que se mantiene todavía en medio del centralismo en que vivimos. La razón asiste a Felipe Calderón cuando pide que se consagre oficialmente nuestro nombre: "México". Su iniciativa debe prosperar por encima de banderías partidistas. El nombre de nuestra patria es México. Cuando viajamos por el extranjero y alguien nos pregunta de dónde somos, jamás decimos: "De los Estados Unidos Mexicanos". Respondemos: "De México". En el trato entre naciones los diplomáticos nunca dicen "los Estados Unidos Mexicanos" al referirse a nuestro país; dicen sencillamente "México". Así nos llamamos, "México"; así, "México" dice Su Majestad el Pueblo. Lo de "Estados Unidos Mexicanos" es una zarandaja sin sustento alguno. Rectifiquemos, pues, nuestra acta de nacimiento, la Constitución. Quitemos de ella esa mentira, la de un nombre que no corresponde ni a la verdad histórica, ni al uso general, ni a nuestra original raíz de mexicanos. Aplaudo -con ambas manos, para énfasis mayor- la iniciativa presentada por el PAN, y espero que los demás partidos apoyen la propuesta. Ojalá ninguna politiquería estorbe un cambio que sería bienvenido tanto por los mexicanos como por el sentido común... Aquel sujeto conoció a una guapa chica. La llevó a su casa aprovechando la ausencia de su esposa, que había ido de viaje. En la recámara empezaron las acciones. Ella pregunta: "-¿No vas a usar alguna protección?". Responde el individuo: "-Sí. Mi señora guarda siempre un paquetito de condones en el cajón de su buró". Va a tomar uno, pero se da cuenta de que todo el paquetito había desaparecido. "-Se los llevó a su viaje" -dice desconcertado. "-¿Para qué se los llevaría?" -pregunta la muchacha con una sonrisita. "-Quién sabe -responde muy intrigado el tipo-. Será que no confía en mí"... FIN.
