Venancio, Isidro y Pacorro discutían acerca de sus respectivas esposas. Cada uno sostenía que la suya era más tonta que las otras. “-Mi mujer -empieza Venancio- es tan tonta que cuando nuestra hija nos pidió una enciclopedia le preguntó para qué la quería, si la escuela estaba cerca y podía ir caminando”. “-La mía es más necia -sigue Isidro-. Una vez iba con una amiga y vieron a Antonio Banderas en la calle. Mi mujer llevaba su cámara fotográfica, y le pidió a Banderas que por favor les tomara una foto a ella y a su amiga”. “-Mi esposa es la más tonta de las tres -tercia Pacorro-. Se fue de vacaciones a Torremolinos, ella sola. En su bolso llevaba una docena de condones. ¡Y ni siquiera es hombre!”... Aquellos dos hermanos tenían una farmacia. Cierto día llegó a su establecimiento una morena preciosa, con grupa de hurí de los jardines del Profeta. (NOTA: Esta última expresión la saqué de un viejo ejemplar de la revista "Vea"). Les dice la muchacha a los hermanos: “-Padezco una ninfomanía incontenible. Estoy poseída por un insaciable apetito de caricias eróticas. ¿Qué pueden darme?”. Los farmacéuticos consultan en voz baja entre sí y luego uno de ellos responde: “-Podemos darle 10 mil pesos al mes y la mitad de las acciones de la farmacia”... En el campo nudista le dice la muchacha a su acompañante: “-Temo que te vas a aburrir de mí, Naturio. Nos estamos viendo demasiado”... Se quejaba un sujeto en reunión de amigos: “-Mi esposa y yo tenemos ya nueve hijos, y está esperando otro”. Pregunta uno: “-¿Por qué no usan algún anticonceptivo?”. “-Los hemos usado todos -responde aquél- y ni uno nos ha dado resultado”. “-En cambio mi esposa -dice el otro- usa un método anticonceptivo infalible”. “-¿Cuál es?” -pregunta el tipo-. Responde el amigo: “-Nada más se quita el maquillaje”... A doña Nalguiria le salió una erupción en ambos hemisferios de la región glútea. “-Tendré que operar -le dice el dermatólogo al marido de Nalguiria-. A fin de cubrir luego la región intervenida usaré piel de las orejas de su misma esposa”. Se llevó a cabo la operación con muy buen éxito. Pasaron unas semanas y el médico se topó en la calle con el hombre. Le pregunta: “-¿Cómo ha estado su señora después del trasplante que le hice?”. “-En lo general muy bien -contesta el esposo de Nalguiria-. Nada más hay un pequeño problemita: cada vez que le digo algo se levanta las faldas, se baja lo demás, se agacha, y dirigiendo hacia mí las pompis me pregunta: ‘-¿Cómo dices?’”... En el bar del hotel conoció el tipo a una muchacha. Le invitó una copa, y ella aceptó. Le invitó otra, y ella aceptó también. Seis copas después le hizo una proposición. “-¿Qué te parece, Rosibel -le dice-, si vamos a mi habitación y hacemos como si estuviéramos casados?”. La muchacha acepta. Tan pronto llegan el tipo intenta abrazarla. Rosibel lo detiene. “-Dijiste que íbamos a hacer como si estuviéramos casados” -dice al hombre-. “-Precisamente” -se sorprende él-. “-Entonces esta noche no, querido -le dice la muchacha-. Me duele la cabeza”... A aquella azafata le decían “La Estufa”. Siempre traía prendido un piloto... El turista visitaba una reservación de indios en el estado de Nueva York. Se le acerca una curvilínea doncella de exuberantes encantos naturales y le ofrece toda esa exuberancia a cambio de un billete de cien dólares. “-Es muy caro -contesta el turista-. ¿Cómo cien dólares, si tus antepasados vendieron la isla de Manhattan en veinticuatro?”. “-Sí -replica con una sonrisa la muchacha-. Pero Manhattan no se mueve”... FIN.
