El cuento llamado "La venganza" es el más lépero de cuantos se han publicado en este espacio. El hombre es el único animal que se ruboriza. O debería. La lectura de la citada historia pondrá rubor en buena parte del Hemisferio Occidental y también en "El Moquetito" Tamaulipas. Busquen mis cuatro lectores el vitando chascarrillo al final de esta sección... En el conflicto entre los inditos de Chiapas y los norteamericanos Ellen Jones y Glenn Wersch mi simpatía la tienen los norteamericanos. La razón está de su lado, lo mismo que el derecho y la justicia, aunque no tengan la protección de pésimas autoridades -del gobernador de Chiapas para abajo- que por cobardía y lenidad culpable faltan muy gravemente a su obligación de hacer cumplir la ley. Hace años el matrimonio Wersch adquirió una pequeña extensión de tierra cerca de Ocosingo. Con sus recursos y trabajo establecieron ahí un rancho turístico al que dieron el nombre de Esmeralda. Esa es la obra de su vida; ahí se proponían pasar lo que les quedaran de ella. Todo iba bien hasta que un día, al regresar a su finca, encontraron el camino cerrado. Un retén de hombres en actitud amenazante les impedía el paso. Días después fueron citados a una junta donde un individuo ajeno a la comunidad les informó que los indígenas habían formado un nuevo municipio autónomo. El rancho de los Wersch estaba dentro de ese municipio; quedaba por lo tanto expropiado. El día 30 un indígena tzeltal de 21 años, empleado de los norteamericanos, fue bajado de un taxi y golpeado a puñetazos y patadas. Le dieron un recado para que lo llevara a sus patrones: "Señor don clen te damos a conocer que el acuerdo del municipio no se juega. lo detuvimos su muchachos para que bea que nosotros no estamos jugando. es bueno que balla desucupando el rancho. esto fue sencuillo pero para la próxima le bair mas pior si no entiende". He aquí que hay en México un estado dentro de otro estado; territorios donde no impera la ley, sino la más burda violencia, solapada además por las autoridades. Y todavía habrá quienes defiendan, y aun patrocinen, a quienes impunemente roban, amenazan y golpean... Un individuo jugó en Las Vegas y perdió. Le dice a un taxista: "-Lléveme por favor al aeropuerto, pero le ruego que me haga una consideración en la tarifa, pues casi no me quedó dinero". El hombre, irritado, le ordena bajarse de su taxi, y delante de la gente lo injuria llamándolo pordiosero y cosas peores. Pasa el tiempo. Regresa el señor a Las Vegas y gana una fuerte cantidad. Al salir del hotel para ir al aeropuerto ve al taxista que lo había agraviado. Con otros taxistas, sus amigos, el hombre hacía fila para tomar pasaje. Ocupaba el último lugar en la hilera. Al verlo el señor imaginó algún modo de cobrar venganza. Se dirige al taxista que estaba primero en la fila y le pregunta: "-¿Cuánto me cobras por llevarme al aeropuerto?". "-15 dólares" -responde el conductor. "-Te daré 100 -ofrece el señor-, pero además tendrás que hacerme en el camino lo que Mónica Lewinski le hacía a Clinton". El taxista monta en cólera, y rechaza entre maldiciones el torpe ofrecimiento. Va el señor con el segundo taxiste y repite la propuesta. El chofer también se indigna y amenaza con golpearlo. Va con el tercero, y lo mismo. Y así con los demás. Llega por fin con su ofensor. Le pregunta: "-¿Cuánto me cobras por llevarme al aeropuerto?". "-15 dólares" responde el rudo sujeto. "-Está bien" -acepta el señor subiéndose al taxi. Cuando el vehículo pasaba por donde estaban los demás taxistas, amigos todos del que iba manejando, el señor baja la ventanilla del coche y les grita: "-¿Ya ven? ¡Éste sí quiso!"... FIN.
