El maistro Milo, peluquero de Monclova, era hombre de peregrinas ocurrencias. Solía jugar bromas famosísimas. Cierto día hizo publicar un anuncio en el periódico local: "Compro hormigas. Pago a centavo cada una". Todos los muchachillos de la calle se pusieron a juntar hormigas. ¡Qué buen negocio harían! Con la venta de cinco podrían comprar un pirulí; con la de 25 entrarían a la función de matiné del cine. A temprana hora ya tenía el maistro Milo frente a la puerta de su peluquería una fila de infantiles vendedores que daba vuelta a la manzana. Abrió ceremoniosamente y recibió al primer ansioso vendedor. Tomó el frasco que éste le tendía y empezó a revisar una por una a las hormigas sosteniéndolas en alto entre el pulgar y el índice. Decía al mismo tiempo que las iba desechando: "-Hormigo. Hormigo. Hormigo...". No compró ni una, finalmente. Explicó a los burlados arrapiezos que él había ofrecido comprar hormigas, no hormigos... Recordé esa anécdota a propósito de la hormiguita que acertó a hallarse sobre la cabeza de un elefante en el momento en que hubo una estampida de esos enormes animales. Entraron los paquidermos a una aldea y la dejaron arrasada. Cuando la polvareda se disipó vuelve la vista la hormiguita, contempla la ingente destrucción y exclama atribulada: "-¡Carajo! ¡Qué desmadre hicimos"... No sé por qué vino a mi mente el cuentecillo cuando leí que el Presidente Fox echó varios telefonazos tendientes a evitar la guerra de Estados Unidos contra Iraq... El tipo le pregunta a la muchacha que ofrecía sus encantos en la esquina: "-¿Cuánto cobras, preciosa?". "-Por ser a ti, mil pesos" -le informa la oferente. "-¡Estás loca" -se burla el individuo-. Si acaso te daré 50". "-Está bien -acepta ella-. Total, peso más, peso menos"... La señora se presentó ante el juez. Quería divorciarse de su esposo. "-¿Qué edad tiene usted?" -le pregunta el juzgador. "-Veinticinco años" -responde ella mostrándole su acta de nacimiento. La revisa el juez y dice luego: "-Según su acta no tiene usted 25 años; tiene 40". "-Señor juez -replica ella con solemnidad-. Los 15 años que he estado casada con ese hombre no han sido vida"... "-Doctor -se queja el viejecito-. Tengo una extraña sensación en la entrepierna; algo así como cosquillas". Después de un breve examen le pregunta el médico: "-¿Cuándo fue la última vez que hizo el amor?". "-Uh -responde el viejecito-. Hará 20 años, más o menos". "-Creo que ya va a terminar" -dictamina el facultativo... El explorador blanco se alarmó al ver que un piel roja se pintaba el rostro. Le pregunta con preocupación: "-¿Bravo guerrero ir al combate?". "-No -responde el piel roja-. Bravo guerrero ser loca"... La robusta señora subió a la báscula del centro comercial. Su nietecita, curiosa, se inclinó a ver la aguja. "-¿Qué te parece, hijita? -le dice la señora-. ¡Las 90, y tu abuelito que no llega!"... El señor tenía 85 años y su esposa 80. Para asombro de todos -incluso de ellos mismos- la señora salió embarazada, y a los nueve meses dio a luz un hermoso bebé. Cuando salió de la maternidad y regresó a su casa toda la familia fue a conocer al recién nacido. "-¿Podemos verlo?" -preguntan al viejito. "-Todavía no" -responde él. Pensaron que la mamá le estaría dando el pecho. A la media hora vuelven a preguntar: "-¿Ya podemos ver al bebé?". El ancianito vuelve a decir: "-Todavía no". Y así dos o tres veces más. Por fin, ya preocupados, les preguntan a los dos viejitos: "-¿Por qué no podemos ver al bebé?". Ambos rompen a llorar desconsoladamente: "-¡Se nos olvidó dónde lo dejamos!"... FIN.
