Tengo en muy buen concepto a Felipe Calderón. Creo que es hombre inteligente, lo cual importa mucho, pero creo también que es hombre honesto, lo cual importa más. Me sorprendió por eso el intempestivo abandono que hizo del cargo de representación que sus electores -y su partido- le confiaron, lo mismo que el nuevo empleo, de importancia bastante moderada, a donde ahora va. Es difícil entrar en la intención de cualquier hombre, pero entrar en los designios de un político es más difícil aún. Ni un Gran Maestro de ajedrez puede asacar el infinito número de variantes, gambitos y combinaciones que emplea el más rastacuero político de campanario para lograr su fin. Será difícil, por lo tanto, que alguien explique a cabalidad lo que parece un descenso en la carrera del ex líder parlamentario. A no ser, claro, que estemos en presencia de la gestión elemental de quien a punto de dejar un cargo salta oportunamente a otro. No creo que sea ése el caso. La llegada de Calderón al Banco de Obras Públicas ha de mirarse a la luz de la circunstancia política presente. El PAN debe fortalecerse en vísperas de una elección -la del Congreso- que algunos, a lo mejor sin fundamento, consideran crucial. (Yo no la juzgo así. Crucial la Revolución Francesa, o el matrimonio de mi tía Chelo con aquel señor viudo y rico que daba a sus nuevos sobrinos un peso de domingo cuando nuestros papás nos daban 10 centavos. Esos son acontecimientos cruciales. La elección del Congreso puede tener cierta importancia, pero no alcanza tamaña magnitud). La presencia del destacado panista al frente de la citada institución puede ser un activo -usando términos bancarios- de mucha consideración para el logro de propósitos políticos. Por eso habrá que mantener un ojo vigilante -y, si se puede, dos- en las tareas de dirección del nuevo funcionario, de modo que no se guíen por propósitos políticos, sino por estrictos criterios de técnica bancaria que el flamantísimo banquero tendrá que aprender sobre la marcha, como en su tiempo hacían los todólogos priistas que en estos tiempos del cambio están teniendo profusa sucesión... La maestra pidió a los niños que dijeran palabras comenzadas con jota. Empezaron los pequeños: jirafa, jardín, jalea, jerosolimitano... (Este último vocablo lo aportó Juanilito, que era un niño medio sangrón, si me es permitida la palabra). Le toca el turno a Pepito, y dice a la maestra: "-O da por buena mi respuesta o digo lo que hacen las parejas en la cama"... Don Poseidón era papá de Uglilia, la más fea muchacha del condado. En la esperanza de encontrarle esposo le propuso don Poseidón a uno de sus empleados: "-Te daré a mi hija, y depositaré a tu nombre un millón de pesos en el banco". Contesta el mozalbete: "-¿Por qué mejor no me da el millón de pesos y deposita en el banco a su hija?"... El bebé camello le pregunta a su mamá: "-Mami: ¿por qué los camellos tenemos esta gran joroba?". Responde la camella: "-Porque en el desierto no hay agua, y así podemos llevar la que necesitamos". Vuelve a inquirir el camellito: "-¿Y por qué tenemos estas pestañas tan grandes?". Contesta mamá camella: "-Porque el sol del desierto es cegador, y esas pestañas impiden que sus rayos nos deslumbren". Vuelve a interrogar el camellito: "-¿Y por qué nuestras patas terminan en cascos grandes y aplanados?". Explica la camella: "-Por que de esa manera no nos hundimos en la arena al caminar". "-Gracias, mami -agradece el camellito-. Pero ahora dime: si todo eso es así como tú dices ¿entonces qué ingaos estamos haciendo en el zoológico de Nueva York?"... FIN.