El hermano Phonus Balonus, predicador itinerante, sanaba en nombre de Jesucristo y cobraba en nombre propio. Cierto día hizo subir al escenario de su carpa a dos creyentes. Uno era Titubo, joven tartamudo; la otra era doña Balda, señora de madura edad que sólo podía caminar apoyada en sus muletas. Puso a los dos el pastor tras una mampara o biombo y luego invocó sobre ellos la gracia sanadora de Jesús. Cuando pensó que ya el Señor había hecho la obra por la cual él cobraría clamó Balonus con estentórea voz: "-¡Hermana Balda! ¡Arroja tu muleta izquierda!". De atrás del biombo salió disparada la muleta entre el silencio de la asombrada multitud. "-¡Ahora -gritó a todo pulmón el predicador- arroja tu muleta derecha!". La otra muleta cayó a los pies de Phonus. Una ovación saludó el magno prodigio, y un ¡aleluya! atronador sacudió las lonas de la carpa. "-Ahora, hermano Titubo -pidió el pastor al joven tartamudo-, prueba que en ti también se obró el milagro. Di algunas palabras". Tras la mampara se oyó la voz del gago: "-La-la her-ma-ma-mana Ba-Ba-Balda s-se ca-cayó de na-nalgas"... Pasaron los días de celebraciones. En ellas -sobre todo en las cenas y comidas de Nochebuena, Navidad y Año Nuevo- suele correr el vino, y nosotros siempre lo alcanzamos. Ningún mal hay en disfrutar de los espíritus que en el alcohol residen, a condición de no dejarnos dominar por ellos. A propósito del vino aconseja un dicho popular: "No lo beban quienes no sepan mearlo". Si al final de la fiesta descubres que por causa del vino y los licores no eres el mismo que acostumbras ser, entonces hazte a ti mismo -y haz a los tuyos- el mejor regalo: el de tu propia vida. Dicho de otra manera: no manejes. Cede el volante a otro; espera a que se despejen las nieblas que te oscurecen la mente y la mirada o toma un taxi. Después de un accidente las cosas ya nunca son igual. Haber bebido, y manejar luego bajo el influjo del alcohol, puede poner llanto en tu hogar y en otros de gente que ni siquiera conoces y que conocerás en circunstancias trágicas. Esto que digo no es un mensaje chabacano ni una advertencia impertinente. En los días de diciembre los accidentes causados por el alcohol aumentaron considerablemente en número. ¿Vas a hacer que crezca la estadística?... El señor llegó del trabajo a su casa. En la puerta su esposa lo recibió vestida sólo con un transparente negligé, le puso un martini en la mano, le dio un apasionado beso y luego lo condujo a la recámara. Le pregunta el marido con tono suspicaz: "-Está bien, Clorillia, dime: ¿qué le hiciste ahora al coche?"... Viene enseguida un cuento de subido color púrpura. Las personas que no gusten de leer cuentos de subido color púrpura deben saltarse, por bien de su conciencia, hasta donde viene la palabra FIN... En el campo nudista uno de los socios vio un letrero que advertía: ¡CUIDADO CON EL VIOLADOR! Se internó el individuo en un pequeño bosquecillo y vio otro letrero admonitorio, más pequeño que el anterior. Decía ese letrero: CUIDADO. YA ESTÁ USTED EN TERRENOS DEL VIOLADOR. Intrigado, el sujeto siguió más adelante. En la espesura vio otro letrero de menor tamaño y escrito con letra más chica que los anteriores. Decía la inscripción: CUIDADO. EL VIOLADOR ESTÁ CERCA. AÚN ES TIEMPO DE RETROCEDER. El tipo decidió investigar, y penetró más en el boscaje. Llegó a un claro y casi tropezó con otro letrero, tan pequeño que levantaba apenas unos centímetros del suelo y estaba escrito en caracteres diminutos. Se inclinó cuanto pudo para poder leerlo. Decía el cartelito: SE LO ADVERTIMOS. Pero ya era demasiado tarde... FIN.
