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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

POR ARMANDO CAMORRA

Marta Sahagún podría hacer de la tarea política una labor humanitaria. En vez de eso está haciendo de la tarea humanitaria una labor política. Incansable trabajadora, la imagen que proyecta es de ambición de poder. Y no se para en pintas la señora. Después de promover peleas de box hoy se dispone a copiar para sus propios fines la idea del Big Brother, y anuncia un "reality show" de la familia. La ubicua primera dama ya se nos aparece hasta en la sopa. No conforme con haberle robado el corazón a su marido ahora también le roba cámara. Para lograr sus metas no vacila en juntar a Dios y al diablo, y a fin de realizar su anhelo de educar a los papás entra en alianzas que estremecen: la modosa dama de ojos asombrados pacta amistad fraterna con la calculadora lideresa de ojos viperinos. No dudo de la bondad de las propuestas que ofrece doña Marta. Su origen y formación apuntan a ello. Cuestiono, sí, los procedimientos que emplea para concretarlas, y el excesivo espacio que reclama para sí, pues los propósitos que busca son privados y los recursos que emplea en conseguirlos tienen naturaleza pública. O dígaseme: de no ser la señora Sahagún esposa del Presidente de México ¿recibiría el apoyo y recursos que obtiene para sus proyectos personales? Trabaje, sí, como lo hace, infatigablemente, pero hágalo en modo institucional, y no como jefa de una organización particular cuya supremacía está quitando apoyos a grupos de beneficencia que antes recibían los recursos que ahora la primera dama atrae para ella en virtud de su privilegiada posición. Todo lo dicho podría resumirse en una frase: trabaje la señora Marta para México, no para "Vamos México"... ¡Qué bárbaro eres, columnista! Tu peroración me dejó patidifuso, turulato, como quien ve visiones. Me pregunto si tu filípica no habrá sacudido al menos una parte del Hemisferio Occidental, así de sonorosas fueron tus palabras. Voy a llamar al teléfono público de "El Moquetito", Tamaulipas para inquirir si allá se sintieron los efectos -telúricos o no- de tus apóstrofes. ¿Un resto de decencia queda en ti? Narra entonces algunos chascarrillos que restablezcan la pública tranquilidad... El genial detective Sherlock Holmes entra en una droguería de Londres y pide un sólo jabón, aceite para una sola lámpara y una dosis de carbonato para una sola persona. Una ancianita que estaba junto a él le dice: "-Deduzco que es usted soltero". "-Su deducción es correcta, madame -reconoce el genial detective con admiración-. ¿Cómo dedujo usted que soy soltero?". Contesta con una sonrisa la ancianita: "-Porque es usted de a madre feo"... Babalucas estaba pescando en la orilla del río. Desde el otro lado le grita un caminante: "-¿Cómo puedo pasar al otro lado?". Con grito igual le contesta Babalucas: "-¡Ya estás en el otro lado!"... El plomero llegó a la casa de doña Nalgarina a hacer unas reparaciones. La señora le preguntó primero a cuánto ascendería el costo de su trabajo, y el plomero le dijo que según el tiempo que le tomaran las reparaciones, pues cobraba por hora. El fontanero era joven, no feo, de modo que doña Nalgarina le invitó un café. Haré corta una historia que podría ser larga: poco después ya estaban los dos en la recámara entregados a eso que en "La naranja mecánica" llamó Anthony Burgess "the old in and out". Al terminar el trance le dice doña Nalgarina a su amador: "-¡Eres fantástico, Atarjeo! Mira: mi esposo llegará tarde hoy en la noche. Te espero a las 8 para hacer esto otra vez". "-¡Qué! -protesta el fontanero-. ¿En mi tiempo libre?"... FIN.

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