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De Política y Cosas Peores

Catón

Palmerio, golfista apasionado, pasó a mejor vida. San Pedro, el portero celestial, se negó a dejarlo entrar en la mansión de la eterna venturanza. "-Por causa del golf -le dijo-, descuidaste tu trabajo. Para purgar tu falta deberás volver a la vida terrenal y hacer vida de esposo durante un año con la mujer más fea del continente americano". Palmerio se resignó al castigo. Por esos días murió otro acérrimo golfista, éste de nombre Hoganio. También a él le prohibió San Pedro el ingreso a la gloria del empíreo. "-Por causa del golf -lo reprendió- dejaste a un lado no sólo tu trabajo, sino también a tu familia. Para hacer penitencia por tu culpa deberás retornar a la existencia humana y hacer vida marital durante un año con la mujer más fea del planeta". Hoganio, desolado, aceptó sin chistar la punición. Ya vueltos a la vida iban un día los dos golfistas por la calle quejándose de su castigo y hablando de la terrible fealdad de sus mujeres, que cada noche sin faltar ninguna les exigían el cabal cumplimiento del censo connubial. De pronto vieron a un amigo mutuo que venía del brazo de la más espléndida morena que ojos humanos pudieron nunca contemplar. No hago la descripción de aquella hermosa fémina por el temor de poner sobresaltos túmidos en alguno de mis cuatro lectores. Los golfistas llaman aparte a su amigo y le dicen con encendida admiración: "-¡Qué mujer traes! ¡Qué belleza!". "-La conocí hace poco -narra el tipo-, y me casé con ella en unos cuantos días". "-¡Pues es fantástica!" exclaman los golfistas. "-No me quejo -replica el otro-. Pero hay algo que no entiendo. Cada vez que terminamos de hacer el amor ella se da la vuelta y masculla entre dientes: '¡Maldito golf!'"... Los nuevos cineastas mexicanos son un orgullo para México. Han traído consigo un espléndido bagaje de juventud y de talento. Fue relevante la presencia de nuestro país en la ceremonia de entrega de los Óscares. Lo más destacado a juicio mío -a más del reconocimiento a la labor de Salma Hayek- fue el pronunciamiento pacifista de Gael García. Habrá quienes criticarán su manifestación tildándola de inoportuna e imprudente. Dirán que el joven actor traerá perjuicio a los paisanos que viven en "el otro lado". Sin embargo Gael cumplió con su conciencia: de no haber hablado como lo hizo habría incurrido en la misma culpa de hipocresía y transigencia en que cayó el personaje por él interpretado en "El crimen del Padre Amaro". A más de buen actor Gael García es un artista comprometido con su tiempo. Sus palabras merecieron el respeto y el aplauso de un auditorio cuyo sentido crítico es quizá el más afilado del planeta, si se exceptúa el de los clubes de jardinería. Yo me sentí orgulloso ante el hecho de que un mexicano, en un foro de tanta magnitud, asumiera una actitud ética y diera voz a principios y valores cuyo olvido degrada la convivencia humana... Don Parménides, granjero entrado en años, casó con Pirulina, zagala en flor de edad. No siempre estaba don Parménides en condiciones de cumplir sus deberes de marido. De pronto, sin embargo, se ponía en "The mood for love" que dijo la canción. Pero eso le sucedía casi siempre estando en la labor, y cuando llegaba a su casa, aunque corría, el "mood" había desfallecido ya. Le aconseja un amigo: "-Llévate tu escopeta a la labor. Cuando entres en trance erótico haz un disparo. Ella sabrá por qué la llamas, y correrá hacia ti". Pocos días después el amigo del maduro labrador le pregunta: "-¿Cómo te ha ido con tu esposa?". "-Te diré -responde mohíno don Parménides-. No la he visto desde que comenzó la temporada de caza"... FIN.

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