Estamos acostumbrados a las trapacerías de los malos políticos, a sus mentiras y dobleces. Sin embargo el cinismo de Mauricio Fernández, candidato del PAN a Gobernador de Nuevo León, llega a extremos que no conocíamos ni siquiera quienes tenemos ya mucho tiempo de hacer la crónica de la politiquería. Hace unos días Fernández hizo una declaración a un periódico de la Ciudad de México. Se le preguntó su opinión sobre el consumo y tráfico de drogas, y dijo textualmente: "Yo prefiero que si ya estás grandecito, con bigotitos, pues te puedas echar un churro". Un día después confirmó su dicho en Monterrey y manifestó estar a favor de la legalización de las drogas, de todas las drogas. Sus palabras causaron irritación en la comunidad nuevoleonés, y muy particularmente en la regiomontana. Se levantaron voces de educadores, autoridades estatales y municipales y representantes de la sociedad civil. Padres y madres de familia condenaron con energía las palabras y actitud de Fernández, y lo consideraron un mal ejemplo para la juventud: si alguien que habla con el lenguaje típico de quienes consumen drogas, y aboga por su legalización, es candidato a Gobernador, entonces eso de las drogas no debe ser tan malo. Desde luego el impacto de la declaración hecha por el panista fue grande, y muchos consideraron que con ella había puesto un clavo más en el ataúd de su candidatura, ya de por sí en situación de desventaja. Ante la imposibilidad de hacer lo que otras veces ha hecho, negar descaradamen-te lo que dijo, Mauricio Fernández, de seguro aconsejado por sus asesores, salió ayer con otra declaración que sería risible si no fuera motivo de preocupación. Dice ahora el candidato del PAN: "... La gente expresó su desacuerdo con la legalización de las drogas. Escuché a la gente, tomé en cuenta su opinión y me uno al sentir de las familias de Nuevo León y en especial al de las madres de familia para decir un no rotundo a considerar esa posibilidad... Reafirmo mi compromiso de trabajar intensamente en la prevención de drogas inhalantes y cualquier sustancia que dañe la salud. ¡La gente manda!". Será difícil encontrar un precedente a tal desfachatez. La primera declaración de Fernández expresa su verdadero pensamiento, y ahora cambia su dicho en forma radical porque "la gente manda". Eso es no tener principios; es carecer de toda consistencia. Una vez más demuestra Mauricio Fernández que lo único que tiene para aspirar a ser gobernante de los nuevoleoneses es dinero. Su arrogancia lo lleva a declarar con torpeza lo que luego tiene que enmendar con cinismo. Sería una pena que hombre así llegara por obra del dinero y de la mercadotecnia a ser el gobernante de los nuevoleoneses. Malo el día en que Fernández ganó la candidatura a un hombre serio, prudente y mesurado como Fernando Elizondo Barragán. En él habría tenido el PAN un candidato confiable. Pero Fernández tuvo sobra de tiempo y de recursos para alzarse con la candidatura, y ahora trae en ascuas hasta a sus propios seguidores por sus altanerías ("Pregúnten-me lo que quieran; tengo respuestas para todo"), por sus mayúsculas imprudencias y por la falta de capacidad que muestra para ocupar un cargo de tanta responsabilidad. Ojalá Mauricio Fernández no consiga por dinero lo que sólo por méritos se debe conseguir... Una mujer llegó al Cielo y preguntó por su marido. "-Se llama Bardomiano Manes -dice-. Es gordito, calvito, y usa lentes. Me dijo que cada vez que lo engañara se daría una vuelta en su tumba". "-Ah, sí, ya sé quién es" -dice San Pedro. Llama a un ángel y le ordena: "-Lleva a la señora con el Trompo Manes"... FIN.
