El cuento que sirve de limen a esta columneja es de tal laya que cuando lo leyó doña Tebaida Tridua, Presidenta de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, se le inflamó el epéndimo y tuvo un ataque de lientera que la redujo a lecho y la tuvo varios días privada de las tres potencias del alma, y revueltos los cuatro humores corporales. Trata ese cuento de cierto mexicano que llegó a un rancho de Texas en busca de trabajo. "-¿Cómo llamarte tú?" -le pregunta el gringo. "-Agapito -responde el mexicano-, pero me dicen Pito". "-Bueno -dice el texano-. Tú cavar una zanja para tubería del agua". Poco después llega otro mexicano. "-Tú ¿cómo llamarte?" -le pregunta el granjero. "-Me llamo Juan" -contesta el otro. "-Bueno -indica el gringo-. Tú cavar una zanja con el Pito". "-Caramba, mister -se rasca el mexicano la cabeza-. ¿No me puede dar aunque sea un pico y una pala?"... En la fiesta un majadero sujeto invitó a la preciosa chica: "-¿Qué te parece si vamos a mi departamento a hacer el amor?". Replica ella: "-No se confunda". "-Si no sabes con funda no importa, linda -insiste el salaz tipo-. Lo hacemos sin funda"... El padre Arsilio estaba confesando a una señora. "-Soy casada, padre -le dice la mujer-, pero engaño a mi esposo con Salacio Pitorrón". "-Reza un rosario -le indica el sacerdote- y deja 50 pesos en el cepo de las limosnas". Llega otra señora casada y confiesa lo mismo: "-Me estoy viendo con Salacio Pitorrón". El señor cura impone la misma penitencia: un rosario y 50 pesos de limosna. Sigue el desfile de señoras, y todas confesaban el mismo pecado: tenían trato de fornicio con Salacio Pitorrón. A todas el padre Arsilio les ordenaba rezar un rosario y dar 50 pesos de limosna. Llega alguien más al confesonario. "-¿Tú también estás saliendo con Salacio Pitorrón?" -pregunta incontinenti el padre Arsilio. "-No -responde una voz de hombre-. Yo soy Salacio Pitorrón. Y si no se mocha con las limosnas me cambio de parroquia"... Muchas opiniones hay sobre el papel que México debe desempeñar al asumir la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU. Sobre ese asunto yo estoy algo inseguro, y no puedo dar ningún consejo, sobre todo habida cuenta de que nadie me lo ha solicitado: los consejos que se dan al que los pide los inspira Dios; los que se dan al que no los ha pedido provienen del demonio. Algo tengo que decir, sin embargo, a ese respecto. Ojalá actúe México pensando en el interés del mundo y de la humanidad, y no pensando en el interés de México y de los mexicanos. Con eso quiero decir que no debe entrar en conflicto con nadie, pero tampoco debe caer en servidumbre con ninguno. Los Estados Unidos están convertidos en el matón del mundo, en un violento forajido que por la fuerza quiere imponer su dominio sobre todos. No es posible transigir con esa actitud de prepotencia, ni condonarla o favorecerla en cualquier modo. Toca a México ejercitar una recta dirección que tome en cuenta el futuro del planeta, ensombrecido ahora por el ciego unilateralismo norteamericano. Hoy por hoy la ONU está tembleque, si me es permitida esa expresión. La soberbia de Bush, y su demencia bélica, le asestaron un golpe contundente. Es paradójico que los mismos que propugnaron su existencia la pongan ahora en entredicho. La tarea del representante mexicano, entonces, es fortalecer a la ONU en la medida de sus posibilidades y durante el tiempo que dure su función. Para eso, aunque decirlo suene a antipatriótico, debe hacer abstracción del interés particular de México y pensar en el bien universal. Ojalá mis modestas palabras sirvan para normar el criterio de nuestra representación. Muchas gracias... FIN.