La señorita Peripalda, catequista, estaba alarmada por la falta de agua en su pueblo. "-No ha llovido en seis meses" -relataba. "-¡Qué barbaridad!" -se consterna su interlocutor, el padre Arsilio-. Si las cosas siguen así, dentro de poco no tendrán agua para beber". "-¡Y eso es lo de menos, padre! -prorrumpe llena de angustia la señorita Peripalda-. ¡No habrá agua para echarles a los perros cuando estén haciendo cosas malas en la calle!"... Después de examinar a su paciente -una preciosa morena de opimo caderamen- le dice el joven médico: "-No tiene usted nada, señorita Granderriére. Necesita solamente un poco de descanso. Vaya a su casa, desvístase y métase en la cama. Tome dos de estas pastillas. Le producirán algo de mareo, le alterarán un poco el sentido de la realidad y la harán decir que sí a todo. Por eso no conteste llamadas telefónicas. Sobre todo, a nadie le abra la puerta, hasta que escuche tres toques rápidos seguidos de dos lentos"... Un hombre fue arrestado por hacer llamadas telefónicas obscenas. "-¡Soy ciudadano y conozco la ley! -grita hecho una furia en la comisaría-. ¡Tengo derecho a hacer una llamada telefónica!". Lo llevan al teléfono; el individuo marca un número, y cuando le contestan empieza a respirar agitadamente y a decir: "-¿De qué color traes la ropa interior, mamacita?"... Afirmaba una señora: "-Todas las mujeres debemos tener dos amigas: una con quien hablar, y otra de quien hablar".. Algunos empresarios no piensan con la cabeza, sino con la cartera. Su único interés son los negocios, y nada aparte de eso les preocupa. Andan que no les cabe un piñón desde que el Gobierno mexicano tomó la decisión de no apoyar a Bush en su guerra del petróleo, y están atormentados por la idea de que nuestros vecinos se hayan enojados y nos retiren la palabra. Yo digo que la complejidad de las relaciones internacionales, y la necesidad de contar con un vecino confiable que les ayude a guardar la puerta contra posibles acciones terroristas, hará que los norteamericanos la piensen dos veces –quizá tres- antes de dictar medidas oficiales y abiertas de represalia contra México. Recordemos que tampoco Canadá acompañó a Bush en su embestida. ¿Será tan grande la arrogancia de los neoimperialistas que se indispondrán al mismo tiempo con sus dos vecinos, el del norte y el del sur, uno de ellos toda una potencia? (Y Canadá no se queda atrás). Pongámonos en el peor de los casos: que Bush tome esas represalias contra México. No durarán sino lo que dure la administración del texano, y todo indica que no habrá de durar mucho si la economía de la nación vecina sigue como va. Por eso hacen mal quienes se erigen en embajadores de su propio interés y acuden con temerosa actitud, y reverentes, a suplicar la buena voluntad de los poderosos. Lo hacen en uso de su libertad, y ahí no hay nada que decir, pero muestran ausencia de principios, que suplen con una simplista conducta de comerciantes temerosos... “-¿Qué hay de cenar?" -preguntaba el recién casado al regresar a su casa del trabajo. Su mujercita, que no era muy dada a cocinar, le respondía: "-Esto". Y se daba la vuelta para mostrar el menú del día. Aquel menú era grato para el muchacho, claro, de modo que se olvidaba de cenar. Pero a los dos semanas se cansó: no sólo de eso vive el hombre. Una noche el muchacho encendió la estufa. "-Siéntate ahí -le pide a su mujercita-. Hoy quiero la cena caliente"... FIN.