Bienvenidos los inversionistas extranjeros, sí, sobre todo los norteamericanos. Pero lo que México necesita no es atraer usureros, sino lograr que vengan empresarios. En buena parte por causa de los especuladores del exterior estamos afrontando los graves problemas económicos que ahora nos agobian. Los dólares que aquí vengan deben estar aplicados a la producción de bienes y de servicios, no al simple cobro de jugosos réditos. Necesitamos gente de empresa, no rentistas. El problema es que México fue convertido en paraíso de especuladores. Éstos, cuando otrora fallaron sus expectativas de ganancia considerable y fácil, reaccionaron violentamente contra México y calificaron a sus funcionarios de mentirosos y defraudadores. Los aventureros monetarios quieren lucros enormes y sin riesgo. Damos la bienvenida al dinero del exterior. Ciertamente lo necesitamos, quizás ahora como nunca. Pero ese dinero debe servir para generar empleos, no sólo para generar intereses. La legislación sobre inversión extranjera ha de atraerla, pero ha de mirar sobre todo al bien del país... El señor iba a comprar un coche usado, el primero que tenía en la vida. Pidió a sus amigos que le dieran un consejo sobre el tipo de automóvil que debía comprar, y todos coincidieron en un punto: había que procurar que el coche hubiera tenido un sólo dueño, porque un vehículo que ha sido manejado por varios suele dar muchos problemas. Fue pues el tipo a hacer la compra, y al día siguiente llegó con sus amigos muy contento. "-Ya compré el coche -les informa-. Y conseguí uno que tuvo un sólo dueño''. "-¿Ah, sí? -se interesan los amigos-. ¿Quién fue el anterior propietario?''. Responde el tipo: "-Un tal Hertz''... Dice el señor a su esposa mostrándole dos casas: "-Una es para vivir nosotros; la otra es para tu mamá''. "-¡Qué bueno! -se alegra la señora-. ¿Cuál de las dos es la casa de mamá?''. Responde el señor con rencoroso acento: "-La que no tiene pararrayos''... Llegó una monjita a confesarse. "-Di tus pecados, hija'' -le pide el sacerdote-. Y comienza la monjita: "-Dos litros de aceite, una lata de puré de tomate, un kilo de huevos, aceitunas, jabón, una bolsa de detergente...''. "-Hija -se sorprende el sacerdote-. Eso me parece una lista de compras''. "-¡En la mádere! -exclama la monjita-. ¡Dejé mis pecados en el super!''... ''-Y dime, pequeñita -pregunta la amable matrona a la niña-. ¿Qué vas a hacer cuando seas como tu mamá?''. "-Una dieta'' -responde lacónicamente la chiquilla-... El nuevo director del manicomio recibía el saludo de los loquitos. "-Soy Napoleón'' -le dice uno-. Acude otro: "-Soy Napoleón''. Un tercero se acerca: "-Soy Napoleón''. Y llega uno más y se presenta igual: "-Soy Napoleón''. "-¡Oigan! -les dice muy divertido el director-. Solamente uno de ustedes puede ser Napoleón. ¡No es posible que haya aquí cuatro Napoleones!''. "-Disculpe, doctor -interviene una dama ahí presente-. Creo que debe usted respetar la personalidad de los internos. Si estos cuatro hombres quieren ser Napoleón no se les ha de impedir que lo sean. Es muy importante aceptar la forma en que cada uno de ellos se percibe, aunque haya en la institución cuatro Napoleones''. "-Perdóneme, señora -se disculpa muy apenado el director-. Reconozco mi ligereza poco profesional. ¿Quién es usted?''. Responde la mujer: "-¡Soy Josefina!''...FIN.