Babalucas fue a un bar para solteros. En la barra miró a una dama de buena catadura cuya actitud indiciaba proclividad a ejercicios de concupiscente lascivia y lúbrica pasión. Babalucas se dirige a ella. "-Encantadora señorita: ¿puedo ofrecerle una copa?''. Hosca y desdeñosa responde la mujer: "-Conmigo pierdes el tiempo, compañero. Soy lesbiana''. Babalucas no sabía mucho de alternativas sensoriales. Todo lo que no fuera la posición del misionero le era ajeno. Así, pregunta con expresión de alelamiento: "-¿Qué es eso de lesbiana?''. "-Mira -le dice la interfecta-. ¿Ves a aquella muchacha de estupendo cuerpo que está allá? Pues me gustaría ir con ella a la cama''. "-Entonces no hay problema -declara Babalucas-. Yo también soy lesbiano''... La criadita andaba llorando por las habitaciones. "-¿Qué te sucede, Domitila?'' -le pregunta la patrona-. "-¡Ay siñora! -gime la muchacha-. Es que a Roque mi marido lo acaban de correr de la chamba''. "-No te preocupes -la consuela la señora-. Voy a decirle a mi esposo que le consiga un trabajo''. "-¿Y qué clase de trabajo?'' -pregunta Domitila-. "-Un trabajo bueno -dice la señora-. Un trabajo de planta''. "-¿De planta? -dice la criadita-. Uh, siñora, pos sólo que sea de nopal, porque Roque es retebaboso''... "-Ahora que te vas a casar -dice la señora a su hija-, debes aprender a cocinar muy bien. Recuerda que a los hombres se les tiene contentos por el estómago''. "-No, mamá -dice la muchacha-. Mi novio tiene aspiraciones más bajas”.. Don Poseidón llega a la oficina y encuentra a Babalucas con un montón de papeles en el escritorio y diciendo sobre ellos: "-¡Van a ver, desgraciados, van a ver!''. "-¿Qué haces?'' –le pregunta muy sorprendido-. "-Aquí, acusando recibos'' -contesta Babalucas-... ¡Ea, columnista! ¿Por qué no das rienda suelta a los apolíneos pegasos de tu sutil inspiración, y bajo la noble égida de Melómene y Clío, cuando no de Urania y de Calíope, proclamas cual renovado Demóstenes de atica elocuencia la singular retórica de alguna sesuda reflexión que exorne con las galas de su elevado estro el desolado parnaso nacional y oriente a la República? Di por ejemplo, que incurre en equvocación el PRI cuando vuelve a sus viejas prácticas de imposición centralista en vez de permitir que sean las bases, en cada Estado, las que decidan los asuntos que localmente les competen. Está olvidado aquel sano consejo que incitaba a ir “de la periferia al centro” en vez de decidirlo todo en la más alta cúpula priista. No son ya los tiempos de aquella ciega disciplina lista a obedecer cualquier consigna. Los vientos democráticos que sacudieron el edificio de la vida nacional deben hacerse sentir igualmente en la actividad interior de los partidos, de todos, no solamente el PRI, pues todos por igual incurren en imposiciones propias de una burocracia dogmática y centralista. Esta admonición es muy pertinene, y tiene que ver con la designación de los candidatos a diputados y senadores... En Buenos Aires una muchacha le dice a su papá: “-Viejo: me quiero casar''. "-¿Pero para qué se quiere usté casar, pebeta? -dice el señor-. ¿No es feliz aquí?''. "-Si lo soy -dice la muchacha-, pero hay que comprender: mi novio Facundo se quiere casar''. "-Medítelo'' -dice el papá-. Y responde la chica: "-Ya me lo medí, y me quedó muy bien''... El tipo aquél era dueño de una vulcanizadora. En su noche de bodas puso a su mujercita en la tina de baño para ver si no echaba gorgoritos... El señor va al super en compañía de su hijito. "-¿Por qué agarras tánto ese pollo?'' -pregunta el pequeñín-. "-Es para ver si tiene buena carne y comprarlo'' -responde el señor-. "-¿Entonces tu compadre va a comprar a mi mamá?'' -pregunta el niño con preocupación-... FIN.