El forastero le pregunta al lugareño: "-Dígame usted: en este pueblo ¿tienen alguna diversión nocturna?". "-Teníamos una -contesta el interrogado-, pero se acaba de casar"... La esposa de Babalucas le proponía comprar una cabaña en el bosque para pasar ahí las vacaciones. "-Podríamos esquiar en el lago" -lo anima. "-¿Ah sí? -contesta Babalucas, retador-. ¿Y quién nos lo va a inclinar?"... En el hotel quedó el huésped junto a la suite nupcial, ocupada por una pareja de recién casados. A la mañana siguiente el tipo le dice al administrador: "-No pude dormir en toda la noche". Pregunta el administra-dor: "-¿Estaba duro el colchón?". "-No -responde el huésped-. Yo"... Don Astolfo notó que su amigo Pitorriel andaba triste y abatido. Lo invitó a un bar, sitio propicio a las confidencias amistosas. "-¿Qué te pasa?" -lo interroga. Pitorriel no contestaba; hacía solamente un gesto vago, como Heidegger cuando le preguntaban qué es la nada. Insistió don Astolfo en su amistosa inquisición, y al fin, apiporrado ya por tres o cuatro copas, Pitorriel accedió a comunicarle la causa de su pesadumbre. "-Se trata de tu esposa" -le dijo a don Astolfo. "-¿Mi esposa? -empalidece el lacerado-. ¿Qué pasa con mi esposa?". Replica con acento sombrío Pitorriel: "-Sospecho que nos está engañando"... El individuo le dice al abogado: "-Quiero divorciarme de mi mujer. Dice que soy un pésimo amante". Pregunta el letrado: "-¿Y sólo por esa opinión quiere usted divorciarse de su esposa?". "-No es por la opinión -declara con reconcomio el individuo-. Es por saber la diferencia"... Habrá que volver los ojos hacia Europa en busca de verdad. Y es que en Estados Unidos están extinguidos ahora los valores que hicieron de esa nación un pueblo fincado en la justicia y en la libertad. Un crimen como el de Iraq debe poner vergüenza en todos los norteamericanos que creen en el bien y en la dignidad del hombre, de todos los hombres. Con su guerra Bush se puso al mismo nivel de los insanos terroristas que atacaron el 11 de septiembre a su país. El Presidente norteamericano es más culpable aún que estos demenciales asesinos, pues éstos actuaron movidos por un oscuro fanatismo religioso, y Bush fue a matar gente bajo el impulso de un frío cálculo de mercader. La historia registrará su nombre entre los criminales de guerra más inicuos... Viene ahora un relato goliardesco indigno de ver la luz en estas páginas... Coincidieron en el baño de vapor del club un sujeto membrudo y lacertoso y un señor pequeñito y escuchimizado. El hombrón había sido muníficamente dotado por la Naturaleza, que en cambio se mostró avara con el señor pequeño. Éste fija la vista en el corpulento individuo y le dice con gran circunspección: "-No tome usted a mal, señor de todos mis respetos, que admire su varonía, ni abrigue aviesas dudas sobre mí. Hube de maravillarme al contemplar la ubérrima generosidad con que Natura lo dotó. ¡Qué magnificencia! ¡Cuánta prodigalidad! A mí, en cambio, me negó su favor, y dióme sólo el magro equivalente de un cinco de canela, y mal despachado. Bien podría yo repetirle a la Naturaleza las dolidas palabras de Séneca en sus Cartas: "Magna promisisti, exigua". Mucho me prometiste, diste poco. Lo felicito, señor, por la abundancia de su riqueza varonil". "-La suya -pregunta con hosquedad el individuo- ¿le funciona bien?". "-Sobre eso no tengo queja alguna -responde con ufanía el señorcito-. Jamás me ha hecho quedar mal". Propone el hombrón tímidamente: "-¿Cambiamos?"... FIN.
